OPINIÓN

Universidad del exabrupto

«La alumna que rechazaba el premio recibido a la vez que lanzaba una crítica a la Universidad, a los sistemas educativos y a la propia presidenta»

La Universidad siempre fue lugar de confrontación dialéctica. Un espacio en el que las ideas entrechocaban para buscar caminos de consenso que permitieran avances en los diversos campos. Eso era la Universidad, un lugar en el que conseguir mejor formación, mejores personas y profesionales, mejoras ... sociales y científicas. Pero, en los últimos tiempos, esa confrontación se ha convertido en algo más que la dialéctica.

Hace años lo vivimos en Cádiz, cuando el hoy alcalde Kichi impedía al ministro Marlaska (entonces un juez amenazado por ETA) dar su conferencia. Se rompía la libertad de expresión para defender la expresión de una minoría. Y se hacía con violencia. Estos días, en Madrid, ha pasado algo similar con el ataque a Isabel Díaz Ayuso.

Sin embargo, la izquierda más rancia no lo ve así. No ve el triunfo de la mujer en un mundo de hombres. Solo ve un rival político al que hay que derribar. Por suerte para ella, el discurso desaforado y deslavazado de Elisa María Lozano, número uno de su promoción, la ponía en su sitio. La alumna que rechazaba el premio recibido a la vez que lanzaba una crítica a la Universidad, a los sistemas educativos y a la propia presidenta. Un claro ejemplo de que, como ella decía, tener el número uno de la promoción no suponía nada. La critica destructiva frente a la dialéctica constructiva; el exabrupto frente a la oratoria. En su discurso solicitó hacer cine político en España, haciéndose flaco favor ya que demasiado politizado está nuestro cine como para seguir por una deriva que lleva a la catástrofe económica de una burbuja cinematográfica inflada con dinero público. A la vez, atacaba a Isabel Díaz Ayuso y rechazaba su premio («No lo rompo porque creo que es ilegal» decía demostrando su falta de formación).

Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es su crítica al sistema universitario. En eso sí estoy de acuerdo con ella. Mientras en la escuela el esfuerzo se ha olvidado y se permite avanzar de curso sin aprobar las asignatura (no vayan a sentirse fracasados), al llegar a la Universidad se priman los exámenes sobre otras muchas cosas. Y debería ser al revés. En la escuela hay que formar en los principios básicos culturales, sociales, científicos y democráticos; en la Universidad hay que crear profesionales.

Pero la Universidad ya no es lo que debía ser. Ahora, lugares como «las letras» se han convertido en caldo de cultivo de profesorado y políticos. Ambos muy politizados y alejados del verdadero significado de la dialéctica.

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