OPINIÓN

Por un turismo de calidad

Y en el mercado prohibición de entrada con grupos que molestan el devenir normal del día a día de los detallistas

Si yo fuera concejal de turismo en Cádiz tendría muy claro cómo modificar la situación que vive la ciudad con la turistificación. Y que conste, obviamente, que no estoy en contra del turismo, pero sí de un turismo intensivo que termina destrozando el día a ... día de los ciudadanos. Creo que es fundamental incentivar el turismo de calidad y sostenible, ese que repercute realmente en la ciudad aportando recursos, riqueza y empleo.

El primer punto sería trabajar las VFT, reforzando la ordenanza municipal que José María González ha establecido y aprovechar la fuerza del turismo para la recuperación de edificaciones protegidas como BIC 0 y 1. De esta forma, edificios destinados a terminar cayendo (ejemplo sería el edificio esquina plaza Mina con Zorrilla), podrían recuperarse mientras que en manos privadas o públicas se hace casi imposible. Además, se evitaría que estos pisos aparecieran en edificios de viviendas, con las consabidas molestias. A día de hoy, por cierto, no se dan nuevas licencias VFT en la ciudad y eso es positivo para evitar el sangrado habitacional.

En segundo lugar, trataría seriamente el problema de los freetours. No solo por la degradación de la profesión del guía, ni siquiera por el fomento de economía sumergida o la precariedad del trabajador. Por encima de eso está el daño que se causa a la imagen de Cádiz y las molestias que se producen a los vecinos. En Extremadura se han tomado medidas enviando inspectores de trabajo —en España es obligatorio que el cliente conozca el precio del servicio de antemano—. Y esa puerta nos la abren a las demás ciudades.

Respecto a las molestias, es fundamental trabajar una ordenanza municipal encaminada a terminar con ciertas prácticas: micrófonos a todo volumen, grupos excesivamente voluminosos, bloqueos en calles y tiendas, etc… Para eso lo primero sería controlar la normativa actual, que indica que los grupos máximos deben ser de 30 (yo haría excepciones: colegios y colectivos y asociaciones de mayores, dónde los recursos son menores y vienen acompañados de segundas personas). En segundo lugar, prohibiría el uso de micrófonos en zonas de mucha afluencia y a determinadas horas. En tercer lugar, como en Sevilla, establecería la prohibición de detenerse en calles estrechas (léase, por ejemplo, frente al Teatro Romano).

También establecería un recorrido cerrado en El Pópulo y la zona de Catedral-Mercado. En el caso de El Pópulo, la entrada debería ser por Arco de los Blancos, sin parada en Escribanos ni el callejón del Duende. Parada de un solo grupo cada vez frente a la casa del Almirante (cuyos hosteleros tienen ganado el cielo), y salida por Fray Félix camino del Campo del Sur, o por el Callejón de los Piratas camino de Catedral. De esta forma se evitan los embudos en el barrio. Entre Catedral y Mercado, recorrido circular: desde Catedral por Compañía, desde Mercado por San Juan. Y en el mercado prohibición de entrada con grupos que molestan el devenir normal del día a día de los detallistas.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios