Tequipui

Tres silabas que esconden mucho tras ellas, una leve palabra dicha rápidamente en la rápida lengua del gaditano

Javier Fornell

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Tequipui es uno de los gaditanismos que más me gusta. Tres silabas que esconden mucho tras ellas, una leve palabra dicha rápidamente en la rápida lengua del gaditano. Y eso, más o menos, es lo más pronunciable que se puede reproducir de mis sensaciones tras el 23J. Un tequipui sentido hacia Pedro Sánchez, que se consideraba ganador de unas elecciones en las que ha perdido y en la que, si ha conseguido más diputados, ha sido gracias a la debacle de Podemos.

También se me escapó el tequipui cuando vi a Ignacio Garriga de VOX primero celebrando las encuestas y luego, una vez más, atacando al PP, sin darse cuenta de que, para ellos, estas elecciones son el principio del fin. Y lo son ya que, en vez de haber moderado su lenguaje para evitar la huida del voto conservador no radical, se han dedicado a mostrar la peor cara de la intolerancia. Y el español puede ser muchas cosas, pero, sobre todas ellas, es libertino. Y con la libertad no se juega.

El tercer tequipui fue para Yolanda Díaz y sus sumatorias que bailaban no sé sabe muy bien porqué, celebrando un cuarto puesto que huele a derrota, a división de la izquierda y a absorción socialista antes de cuatro años. El intento de acabar con Irene Montero ha terminado por subdividir el antiguo proyecto de Pablo Iglesias hasta convertirlo en una caricatura pija de los perroflautas del 15M. Yolanda no conecta con su electorado potencial, y su video planchando es una de las mayores estupideces de marketing en mucho tiempo.

El cuarto iba para el propio PP por dejarse parte del trabajo en el camino. Si Pedro Sánchez mostraba suficiencia y arrogancia en cada cara a cara, la desaparición de Feijoo la última semana ha sido la mayor metedura de pata en la historia de nuestra democracia. Feijoo lo tenía todo para haber conseguido alcanzar la minoría que le diera acceso al gobierno, pero prefirió esconderse ensuciando una gran victoria. La subida de casi 50 diputados debía ser celebrada, pero podrían haber sido más si no hubiera dejado a Abascal solo ante la pareja Pedro-Yolanda, provocando un ataque a tres bandas que casi arruina lo conseguido.

Pero el mayor de mis tequipui se ha ido a nuestro sistema electoral. El método D'Hondt ha dejado la gobernabilidad del país en manos poco más de un 4 % del electorado total: el que forma los votantes de ERC (1,6%), Junts (1,9 %) y Bildu (1,4%). En una democracia real, debe ser el deseo de la mayoría el que imperé sobre las minorías, sobre todo cuando estas son excluyentes. Pero con nuestro sistema electoral, los partidos más votados que agrupan entre ellos al 66 % de los votantes, tienen las manos atadas por el independentismo más radical.

El último tequipui ha sido más chiquitito, y ha sido para nosotros mismos, ha sido casi un «anda y que te jo'an» nacido del alma para auto confirmarme que en diciembre nos veremos nuevamente las caras con apoderados y presidentes de mesa. De hecho, ahora mismo, hago mi apuesta: el 16 de diciembre tendremos elecciones. No ni na.

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