OPINIÓN

La Revuelta

En cualquier otro caso el programa hubiera sido considerado de lo que es: bazofia televisiva, aderezada con apología del consumo de drogas

He esperado un par de semanas para escribir sobre el programa La Revuelta, la nueva apuesta de TVE para acabar con el dominio de Pablo Motos en la noche diaria. El programa de entrevistas de Broncano es lo mismo que era cuando se movía en ... lo underground de la televisión de pago y la viralización de redes. Un programa de dos minutos que se salva con algunas intervenciones como las de Jorge Ponce o cualquier visita del siempre genial Raúl Cimas, y para de contar.

En cualquier otro caso el programa hubiera sido considerado de lo que es: bazofia televisiva, aderezada con apología del consumo de drogas. Además, sus preguntas clásicas sobre sexo y dinero muestran ya lo que es el programa: reducir al ser humano a los instintos más básicos y la superficialidad total. Sí, es un programa para reírse, llevado a cabo por un cómico, reconvertido en presentador, que tuvo algo de éxito en salas con sus monólogos. Con ese nivel, tampoco podíamos pedir peras al olmo, pero algo más sí. Sobre todo cuando comienza su andadura con una entrevista a un antropólogo y luego se desmarca en otra bilingüe, mostrando que algo puede ofrecer.

Pero, en mitad de dos buenas entrevistas, las preguntas de marras. En el segundo de los casos, con el actor Norman Reedus diciendo que esté en el show más extraño de su vida mientras una señora mayor —de la que, por supuesto, se ríen— le hace comentarios sin sentido. Y detrás Grison y sus chistes sobre drogas, estoy seguro de que el co-presentador solo juega su papel, pero en horario de gran audiencia hay cosas que no se pueden hacer; y jugar a las drogas es una de ellas.

Lo peor es que se ha tomado el programa de Broncano como el adalid de la cultura, confrontándolo con el de Pablo Motos. Ya saben, Broncano es pro-Sánchez y Motos no, eso hace que Motos sea un facha, un machista y otra serie de cosas; solo por pensar diferente al régimen. Nadie va a negar que el humor de Pablo Motos y, sobre todo, de sus hormigas es algo más que casposo; propio de un programa de hace 20 años que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos.

Pero Broncano no es tampoco el mejor de los referentes culturales con su humor de caca, culo, peo, pis. Con su humor de sexo y drogas, en la que los invitados no saben a lo que van y ni siquiera hablan de sus programas. Sigue siendo lo que era en la privada, pero ahora está en una generalista; y está solamente para acabar con la hegemonía del programa de Antena 3 y por nada más. Ni la calidad de las entrevistas, ni la elegancia, ni los colaboradores, lo merecen. Tampoco un programa que cada dos por tres hace referencia a su «competencia» cuando uno viene de una televisión publica que pagamos todos y el otro pertenece a una empresa privada, que puede tener la ideología que desee, como cualquier otra entidad privada.

Lo más triste es que TVE ya tenía un late night de calidad, el Late Xou de Marc Giró, pero a este lo relega a ser buscado y permite que los colegas de bar se embolsen millones de fondos públicos en un programa que no lo vale.

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