Opinión
Revertismo
... y comenzó una vomitera dialéctica que dejó grandes fases y enseñanzas morales sobre el devenir de un mundo cuasi apocalíptico y en crisis
Escuchaba el martes a Pérez Reverte en una entrevista que daba en Antena 3 y en la que hablaba, supuestamente, de su última novela. Y digo supuestamente ya que terminó hablando del personaje en el que se ha convertido y de sus vivencias personales ... entre guerras y violencia. La excusa era una foto de un robo a un banco cometido en un país africano allá por los años 70. Y desde aquí comenzó una vomitera dialéctica que dejó grandes fases y enseñanzas morales sobre el devenir de un mundo cuasi apocalíptico y en crisis.
Lo peor era lo que se dejaba entrever en sus palabras. El brillo de sus ojos al hablar de ciertos aspectos de su vida, de ciertos momentos en los que la violencia y la muerte habían marcado su desarrollo personal. Un brillo que en ocasiones parecía mostrar hasta agrado. La batallita del viejo soldado que cuenta las torturas y la muerte. Pero eso, viniendo de un periodista del siglo XXI, una figura cultural relevante en nuestro país, da mucho miedo. Aunque también sirve para mostrar el pesimismo vital que mostraba según avanzaba la entrevista de Pablo Motos.
El cartagenero parecía dispuesto a demostrar su oscura visión del futuro atacando todos los aspectos de la sociedad: la educación y los sistemas educativos; la crisis política, social y económica y el crack de nuestra civilización. Sí es cierto que estamos en un campo de era y sistema. Que lo que conocemos está cambiando a marchas forzadas, pero no necesariamente vamos para atrás. No se puede, por ejemplo, decir que la orientalización de la sociedad y el crecimiento de las influencias de China y el sudeste asiático van a suponer el fin del mundo como lo conocemos. Como si la individualización no hubiera comenzado en Europa hace mucho tiempo. Es más, atacaba la búsqueda del bien común sobre el bien individual como un mal llegado desde China, cuando esa búsqueda del bien común es lo que nos hace avanzar como sociedad.
Reverte parece buscar un enemigo en cada paso, en cada lugar del mundo que no sea el suyo. Él se muestra sobre el bien y el mal; él ha vivido el bien y el mal y tiene una capacidad superior al resto de mortales para hablar de ello. Aunque sea diciendo que «hasta la más tonta de las mujeres tiene algo que enseñar»; el bienquedismo sobre la inteligencia. El decir qué buenas son las mujeres, no como los hombres que somos estúpidos y necesitamos a una mujer, aunque sea «la más tonta del mundo» para mejorar. Como si la inteligencia y el aprendizaje vinieran de serie con lo que tienes en la entrepierna.
Escuchar a Reverte en 'El Hormiguero' era la constatación de que esta sociedad ha perdido los nortes culturales. Se le ha dado voz y casi voto a personas que no necesariamente tendrían que tenerlo. El pesimismo vital de Reverte lo mismo le vale para crear seguidores en Twitter, pero muestra que los referentes culturales españoles están lejos del nivel real que debería tenerse. Necesitamos personas preparadas para ayudarnos a crecer, y en eso tiene razón el cartagenero: una sociedad sin educación es una sociedad muerta. Lástima que ésta cada vez falte más a todos los niveles.