Náufragos en Setenil
Cádiz puede encontrar un filón en el turismo sostenible o puede convertirse en una mala Venecia. Y las políticas de este ayuntamiento nos llevan a la mala Venecia
Ser guía turístico tiene cosas muy buenas y, sobre todo, cosas curiosas. Lo mejor es tener un trabajo al aire, en el que tus horas pasan charlando y callejeando mientras juegas a ser viajero. Eso me permite observar la flora y fauna que me rodea ... con ojos curiosos. Y me hacen pensar y reflexionar.
Eso me ha pasado estos días en Setenil de las Bodegas. Uno de los pueblos más bonitos (y saturados) de la provincia me dejaba una historia sin contar: la de los náufragos que camisola abierta barba de dos meses, chanclas de playa, bañador y toalla me preguntaban por la playa.
¿Qué puede llevar a dos jóvenes, aparentemente cultos, a realizar tal pregunta? La respuesta no la sé, pero me lleva a pensar en la poca o nula información veraz que se tiene de nuestra provincia. Esta situación es extrema, por supuesto, pero es fácil que pregunten por cómo llega a zonas costeras o dónde se cogen los buses para Bolonia o el Camarinal.
La información de los rincones y lugares llega sesgada, y la falta de control sobre los profesionales de esto del guiar, tampoco ayudan. A las barbaridades que se oyen entre los freetours se une la falta de formación de otros muchos. Recién salidos de los grados de turismo creen que esto de guiar es soltar, como papagayos, el discurso aprendido en Internet sin comprobar si es cierto lo que dicen.
De esa forma, hace unos días, enviaron a unos clientes a probar el atún de almadraba en Zahara ¡de la Sierra! Por suerte me lo comentaron y pudieron evitarse el mal rato. Similar con los productos típicos y los horarios. Eso me lleva a plantearme si las autoridades locales y autonómicas, en vez de dar un carnet solo mostrando título de dos idiomas, deberían buscar otros modelos.
Cierto que el sector está liberalizado, pero debemos cuidar y proteger el sector para evitar que los náufragos de Setenil pueblen nuestra provincia mientras sufren experiencias que pueden terminar con nuestra gallina de oro. De esa forma, potenciando la profesionalización del sector, se logrará un empleo de calidad, un servicio de calidad y reflotar toda esa economía sumergida que se mueve abiertamente a las puertas del propio Ayuntamiento.
Una lástima que todo el trabajo previo y todas las promesas que nos ilusionaron con un buen verano para los que sí creemos en un turismo sostenible y de calidad hayan terminado yéndose por los sumideros del Kichi. Como casi todo en esta ciudad.
Por eso, cuando vi a los náufragos de Setenil pensé en Cádiz. En la deriva que está tomando sin timonel y con un equipo que ya parece pensar en su futuro, pero no en la ciudad.
Cádiz puede encontrar un filón en el turismo sostenible o puede convertirse en una mala Venecia. Y las políticas de este ayuntamiento nos llevan a la mala Venecia. La de los turistas timados y locales exiliados. Las del trabajo (más) precario y la economía en negro. Prometieron tomar medidas contra la precariedad y la economía sumergida y se carcajean de ellos bajo su propia ventana día a día mientras Kichi se vuelve fotógrafo de manguerazos.
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