OPINIÓN
La musa Juani
«Si en este 2023 el sentir del pueblo se refleja en la letra soez, en la gracieta sin gracia y en los aspectos más bajunos de nuestra sociedad, mal vamos»
uani era una mujer casi desconocida hasta que se convirtió en musa del Carnaval, de comparsas femeninas y hasta de periodistas de Onda Cádiz. La gracia gaditana exportada al mundo como símbolo de lucha política contra la derecha extrema. Cayendo en el extremo más soez ... del Carnaval. Pero la Juani es una mujer, y está en el gallinero, y Pepe el Caja le coloca el micro de Onda Cádiz y ella se cree la reina del Falla. Y mientras el Falla corea y le ríe la gracia, ella lanza una letra tan borde como desafortunada. Pero no importa, parece, se insulta a VOX y eso hace que todo esté permitido. Hasta convertir la gracieta de la Juani en una musa de nuestro Carnaval y nuestra gente.
Se olvidan esos que aplauden el bastinazo gratuito que luego nos rasgamos las vestiduras porque los visitantes vengan buscando al gracioso, el pisha, shosho, como si fuera el culmen de nuestra cultura. Nos enfadamos y recordamos a 'Los yesterday' para decir que los andaluces no somos catetos incultos, pero reímos la gracias lanzadas desde un gallinero que trata de ser más protagonista que los verdaderos protagonistas.
Supongo que ella, la Juani, estará feliz por su minuto de gloria. Más cuando 'Las musas' la convierten en su musa y repiten sus coplas (yo no lo haré, tengo educación) en las tablas. Feminismo mal entendido que, en boca de un hombre, sería machismo rancio. Pero como son musas las que lo usan para atacar a Vox, todo correcto.
A mí, personalmente, me da mucha pena. Ese no es el Carnaval que me gusta. Y me gusta el bastinazo, pero fino, con doble sentido. Como debe ser el Carnaval. Y me gusta la crítica política y social. Eso debe ser el Carnaval. Lo que no es Carnaval es la pantomima creada en un COAC que cada año muestra sus mejores galas y, como en este caso, las peores. Un Carnaval que se ha convertido en un metacarnaval en el que los tipos ya no importan buscando una innovación que no siempre es buena.
Lo vemos en el cuarteto, donde solo el Gago mantiene el espíritu de la modalidad y pide (muchos lo hacemos) que se obligue a que sea rimado todo el repertorio. No se hará, quizá debido a que, aunque el Carnaval siempre fue algo popular, sus autores mostraban un mayor nivel cultural. Debían estar al día de lo que ocurría para plasmarlo y cantarlo. Tenían que ser finos, jugando con la débil línea de la autocensura que evitase la censura de un régimen opresor.
Por lástima, el desarrollo de la fiesta grande en estos años ha ido perdiendo parte de su esencia. La de ser transmisora de historia; la que critica las malas gestiones y habla, jugando al doble sentido muchas veces, de las miserias que toca. Gracias al Carnaval, se puede conocer nuestro pasado y presente. Ver cuál es el sentir del pueblo. Pero si en este 2023 el sentir del pueblo se refleja en la letra soez, en la gracieta sin gracia y en los aspectos más bajunos de nuestra sociedad, mal vamos. Y mal camino tiene el Carnaval.
Menos mal, que lejos del gallineros y de las redes, aun quedan las tablas y la calle.
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