opinión
Un mundial multicolor
«De todos lo colores del arcoíris, el único que realmente destaca en ese rincón del mundo es el verde-negro de los petrodólares»
La situación que viven los trabajadores extranjeros en los países árabes no es algo nuevo. Como tampoco lo es que los Derechos Humanos brillen por su ausencia para mujeres y homosexuales. Pero durante años todos han / hemos mirado para otro lado sin importarnos lo que ... ocurriera y convirtiendo a los estados del petróleo en un referente arquitectónico y casi económico. Y no ha sido hasta ahora, cuando el mundial de fútbol se desarrolla allí, que se ha levantado la voz en contra de lo que ocurre.
Una vez más, una de las banderas ha ocultado al resto. El brazalete multicolor que algunos capitanes iban a portar para defender los derechos LGTBI+ ha sido prohibidos por la FIFA; y este hecho le ha servido al lobby gay para ponerse al frente de un movimiento de boicot al mundial que, inicialmente, se había centrado en la muerte de los trabajadores extranjeros.
Curioso que, como en el fútbol, también haya divisiones y colectivos de primera y de segunda. A saber: homosexuales, mujeres, trabajadores pobres. Tanto es así que, poco a poco, el drama provocado por las megaconstrucciones del país catarí y la explotación laboral en los migrantes pobres, ha quedado olvidado. Ahora solo hablamos de ese mundial multicolor en el que no se puede beber cerveza y en el que no se podrá llevar el brazalete a favor de los homosexuales.
Ya no importan los 6000 muertos en las construcciones de los estadios; ni los otros miles fallecidos en la construcción de una megalópolis de casi 3 millones de habitantes en pleno desierto. Ni que la 'kafala' deje sin derechos a los trabajadores, y eso pese a que el Mundial le ha dado algunos como el de no trabajar si las temperaturas superan los 40º. Pero, por supuesto, siguen sin existir sindicatos y los empresarios son verdaderos esclavistas.
Tampoco importa que Catar sea el país con más emisiones de CO2 per cápita del mundo, según el Banco Mundial, y que siga siendo señalada año a año en las famosas COP que para tan poco sirven. La situación de la mujer –mejor que en algunos países vecinos, eso sí– se ha ido olvidando mientras se alzaban las voces del lobby gay. Ya no importa que tengan que sufrir la tutela de un hombre, ni que las menores de 30 años solteras no puedan ni tan siquiera alquilar una habitación. Lo único que importa ahora es que dos hombres no podrán mostrarse cariñosos en la calle.
Claro que una pareja heterosexual y legalmente casada tan poco podrá hacerlo. Las leyes de este estado semi-teocrático hacen que el sexo extramatrimonial esté prohibido. Lo que parecen olvidar es que esas leyes y costumbres, que a nosotros nos pueden parecer arcaicas, existían en este mismo país hasta no hace mucho; y que cada sociedad necesita desarrollarse y evolucionar a su ritmo para alcanzar derechos personales. Y ni el Mundial de fútbol es causante de la situación catarí, ni el boicot de un bar en Valencia va a cambiar la situación. Al fin y al cabo, de todos lo colores del arcoíris, el único que realmente destaca en ese rincón del mundo es el verde-negro de los petrodólares.
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