OPINIÓN

Mirando a la Bahía

Solo cuando Cádiz ha mirado a la Bahía ha sido grande; la Bahía ha sido grande cuando se han movido en un todo único

Ya se va el verano, como llegó, fresquito y casi sin avisar. Sí, ya se que aún estamos a inicios de agosto, pero la cuesta abajo ya ha comenzado y las miras ya se ponen en la nueva temporada que, como las series antiguas, descansaban ... en verano para volver con el otoño. También comenzará el curso para muchos y eso traerá (trae) quebraderos de cabeza a quienes empiezan a buscar un nuevo hogar para la nueva temporada escolar. Los precios continúan en auge y mientras miramos la uña seguimos sin ver la luna.

Una luna amarga roja, como la sangre, que mata lentamente la ciudad mientras el necio lector, que diría Cyrano de Bergerac, sigue creyéndose tan listo que no ve la realidad. Señalando a un turismo que, bien llevado, daría buenos réditos a la ciudad; pero que esconde mucha caja B en una suerte de estafa piramidal en la que tu amigo y vecino alquila habitaciones a Erasmus a 400€; en la que los pisos de estudiantes se publicitan sin pudor mientras la larga duración desaparece y se hace imposible para las familias. Muchas de esas familias miraron a San Fernando buscando refugio. Como en el pasado, las dos islas se acercan buscándose para darse refugio y apoyo. Pero también a la tierra de Camarón ha llegado la especulación y la corriente nos arrastra a cotas más lejanas, en una Bahía que crece con el migrante local en busca de techo asequible.

Y mientras eso pasa, nos perdemos en guerras cainitas que no hablan de lo verdaderamente importante. Como aquel adalid de Podemos en las redes sociales, que terminó descubriéndose en especulador inmobiliario; otros muchos se escudan en «se saca unas pelillas el chaval» mientras se quejan de que la escalera se llena de «guiris que vienen pa' dos días».

Es necesaria, por supuesto, y lo es con urgencia, una regulación de la vivienda que saque a la luz tanto alquiler irregular. Ese que hace que la vetusta Cádiz se desangre de hijos y nietos que buscan acomodo lejos de las Puertas de Tierra. Eso o empezar a luchar por la ciudad Bahía de Cádiz, en la que unir esfuerzos y soluciones a las cuotas que nos atenazan como ciudad. Una ciudad que coquetea peligrosamente con los 100.000 habitantes y que sabe que no debe bajar de esa cifra. Pero, ¿y si nuestros alcaldes mirasen más allá y comenzarán a dar pasos reales para la unificación de la Bahía? Solo cuando Cádiz ha mirado a la Bahía ha sido grande; la bahía ha sido grande cuando se han movido en un todo único.

Se que nunca lo veré, pero no dejaré de soñar con una Cádiz que reverdezca la grandeza pasada. Y que lo haga lejos del chovinismo cateto de cangrejera y catavino. Que mire a la Bahía como la oportunidad y no como el enemigo. Siempre fuimos refugio, puerto y puerta; mezcla de sabores, cantes y gentes. Ahora que la ciudad muere por falta de vivienda, es hora de dar el paso, de tender la mano, volver la vista a un proyecto por encima de hombres, nombres y partidos; en el que la perdida de cuota de poder revierta en beneficio al ciudadano.

Cádiz sí tiene vivienda y espacio; lo tiene en Puerto Real, en San Fernando, en Chiclana, en Jerez,… la bahía es unión y salvación de la vieja y moribunda Gades.

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