OPINIÓN
Indecencia
Es fácil sacar rédito político cuando no es tu sangre la que mancha la tierra
En la sociedad del «y tú más» en la que políticos, supuestos periodistas y tertulianos de redes viven del odio al otro; esta semana hemos visto un giro más de la indecencia con la muerte de un niño de 11 años. El asesinato de Mateo ... debería convertirse en un símbolo de lo que no debe hacerse al tratar una tragedia. Pero, desgraciadamente, vivimos en un mundo cainita, en una España que está acostumbrada a sacar provecho del dolor ajeno. No es algo nuevo, ni será la última vez que lo veamos, pero la sensación de asco ante lo visto no puede dejarme indiferente.
Mientras la familia lloraba desconsoladamente, las redes se llenaban de insultos al primo y portavoz de los padres. ¿La excusa? Haber trabajado en 13TV, haber trabajado en Misioneros por el Mundo, un programa que busca a nuestros misioneros en países en vías de desarrollo. Y las fotos del joven con niños africanos sirvió de detonante para atacarlo de forma cruel cuando su primo aún no había sido enterrado. Pero la razón es más profunda: la familia pidió calma y que no se realizarán ataques ni acusaciones a inmigrantes.
Y comenzaba la venta al por mayor del dolor ajeno, usada por partidos políticos a extrema derecha e izquierda. El uso de la muerte del niño para conseguir rédito y demostrar que sus ideas —las de unos y otros— eran válidas. Las únicas verdades absolutas. Pero no lo son ni las de unos esparciendo basura contra los MENAs ni las de los otros cayendo en un buenismo mal entendido.
Tampoco queda atrás el uso mediático de las televisiones para ganar audiencia. «Me debes una cerveza», le decía una vecina al periodista, aun en directo, con una sonrisa en la cara, después de sus 15 segundos de gloria. Quizá diciendo aquello que el periodista le pedía, pero mostrando, una vez más, el uso del dolor ajeno para conseguir un beneficio propio. Seguramente ella esté feliz de su «broma» televisiva; pero sus risas aprovechando el dolor de sus vecinos es la muestra más patente de lo que ocurre en nuestra tierra.
No importa que haya una familia rota; no importa el dolor de los compañeros de ese crío cuyo único delito fue jugar al fútbol con sus amigos, como cada día. No importa el miedo que, tarde o temprano, saldrá a flote en los corazones de los niños que sobrevivieron al ataque. Tampoco importa que el presunto culpable tenga una gran discapacidad intelectual. Nada de eso importa en esa España de mierda que busca oro en el dolor del otro.
El caso de Mateo debería abrir nuevamente el debate de cómo tratar este tipo de tragedias. De la víctima y del presunto asesino; se nos llena la boca de hablar de salud mental, pero en el buenismo mal entendido se eliminaron los psiquiátricos. Aunque ese es un debate que nadie quiera abrir realmente. Es más fácil contar clicks, aumentos de seguidores y de audiencia. Es fácil sacar rédito político cuando no es tu sangre la que mancha la tierra.
Y eso es malo para nuestro país, muy malo. Demuestra que la empatía ha muerto; que la indecencia campa libre por nuestra sociedad. Y una sociedad que no valora la vida del otro, que no respeta el dolor, es una sociedad enferma y al borde de su propia muerte.