OPINIÓN

Guerrilla de lectores

Es fundamental para las sociedades que sus miembros lean; es la única manera de desarrollarse, de crecer interiormente y, por tanto, buscar crecer en la sociedad, empujando a la propia sociedad a crecer

El día del libro es esa cosa que se celebra una vez al año como exaltación de la lectura. En estos días, seguro que han leído muchas columnas ensalzando a las letras, a los escritores y a los lectores. Seguro que han visto recomendaciones de ... autores locales, nacionales y hasta internacionales; en estos días se habrá dado visibilidad a muchas obras y el fin de semana, incluso, podrán disfrutar de reunirse con un amplio abanico de escribientes locales en la Glorieta Ingeniero de la Cierva (acá Ana Orantes).

Pero en estos días, yo que ando en las tres esquinas del triángulo literario (entiéndase: lector, editor, autor) me preguntó qué hay de cierto en estas columnas. Creo que poco, o, mejor dicho, solo se rasca la superficie y no se llega al fondo. Y el fondo es que la vida ha cambiado y el mundo del libro también. Mil veces he escuchado que los chavales no leen, pero cuando llegas a plataformas como Wattpad encuentras obras con millones de lecturas. Es cierto que lo géneros se nos presentan raros a los que conocimos a Ruperta, pero aun así los chicos se acercan a la lectura con obras Young-adult (es decir, esas que hablan de cosas que les interesan a los que se creen adultos siendo niños).

Quizá eso es lo que se nos olvida en este mundo del libro. No es solo escribir, no es solo editar; es publicar aquello que cree interés en su destinatario; aunque no lo entendamos del todo. Posiblemente, muchos de los que somos lectores ávidos, esos que dividimos nuestro tiempo entre clásicos como Stefan Zweig y «nuestros clásicos» como Cela, Delibes, mezclándolos, en mi caso, con Henning Mankell, Conan Doyle o Ken Follet (me van a permitir que no hable de autores vivos españoles) quizá tampoco entendamos las razones que llevaron a nuestras madres y abuelas a beberse las obras de Corín Tellado.

Pero fue esa literatura sencilla (en mi caso, fueron las obras de Verne, Salgari y Doyle) la que consiguió que muchos leyeran. Y leer es lo realmente importante. Es fundamental para las sociedades que sus miembros lean; es la única manera de desarrollarse, de crecer interiormente y, por tanto, buscar crecer en la sociedad, empujando a la propia sociedad a crecer.

Durante los últimos años se habla de que el libro se muere y de que los más jóvenes no leen. Creo que eso no es más que una visión pesimista propia de las épocas de crisis. Si bien es cierto que se nota una menor comprensión lectora, esto está motivado por un sistema educativo que ha olvidado el esfuerzo y se ha centrado en no traumar a los alumnos. Pero aquellos que tienen hambre cultural encuentran que llevarse a la boca y leen convertidos en raras avis, como también lo éramos antes. Los ratones de biblioteca que nos dejábamos los ojos releyendo páginas amarillentas nunca fuimos la mayoría y eso no significaba que el libro muriese.

Como en las guerras, en la cultural, los ejércitos de lectores son meras guerrillas que parapetados tras sus bibliotecas siguen luchando por un libro que, como siempre, sigue siendo minoritario, pero goza de no poca salud.

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