OPINIÓN
La generación Peter Pan
Ya supero los 45 pero veo a mi alrededor a muchos que, con mi edad, siguen creyéndose quinceañeros; más preocupados en la salida del sábado que en la entrada del lunes
De chiquitillo, en el colegio, mi mote era Peter Pan, principalmente por disfrazarme de él en las fiestas de carnaval. Pero también debido a que parecía no crecer mientras el resto sí lo hacía. Recuerdo, por ejemplo, llegar al viaje de fin de curso y ... que al entrar en un bar (ojo, para mayores de 16 y nosotros estábamos en COU) el DNI al entrar ¡y al salir! Entones no aparentaba mucho más de 15 y seguía con cara de niño. A mi mente vienen ahora esos recuerdos, el del niño que no crecía, por motivos diferentes.
Ya supero los 45 pero veo a mi alrededor a muchos que, con mi edad, siguen creyéndose quinceañeros; más preocupados en la salida del sábado que en la entrada del lunes. Como si las responsabilidades no existieran y siguiéramos viviendo en casa de papá y mamá, sin nada más que hacer que estudiar un poquito y vivir todo lo vivible. Una generación, la nuestra, que se ha quedado sin identidad, quizá motivado por lo vivido: la crisis de 2008 cuando empezábamos a trabajar, el crack del ladrillo cuando nos tocaba comprar una casa, la pandemia cuando empezábamos a respirar…
Un ciclo que nos dejaba estancados una y otra vez, sin opción de levantar cabeza, y parados en esos 2000 en los que tan felices éramos. De bar en bar, de discoteca en discoteca pensando en cómo nos iría la vida cuando fuésemos adultos. Y ya lo somos, pero muchos siguen estancando en un pasado feliz, viviendo como eternos jóvenes sin darse cuenta de que ya estamos más cerca de la jubilación que de la selectividad. Somos una generación sin identidad pero que también podría tener nombre: la generación Peter Pan; la que no quiso / no pudo crecer.
El otro día escuché que el problema de mi generación es que muchos no hemos tenido hijos (no hemos podido / no han querido, tanto da) y que por eso no sabíamos lo que era tener responsabilidades; y al no tener responsabilidades nos convertíamos en pequeños niños de 40 años. La generación Peter Pan que solo quiere jugar y divertirse. Lo peor es que, en parte, creo que tiene razón. Muchos hemos tenido una ausencia de responsabilidades, viviendo de prestado sin saber cuándo, dónde o cómo iba a cambiar nuestra vida; lo que nos hacía dejar de pensar en echar raíces y buscar un suelo sobre el que envejecer. Muchos de la generación Peter Pan terminado buscándose las habichuelas lejos de su casa y su familia. Recorriendo Europa en busca de un trabajo mejor que el de un McDonald. Y eso hizo que no creyésemos (durante mucho tiempo yo tampoco) en la necesidad de comprar una vivienda; a la vez que nos veíamos imposibilitados a comprar aunque quisiéramos, con hipotecas a decenas de años y tipos altísimos.
Con todo ese caldo, se forjó una generación «sobradamente preparada» que adolecía de la madurez que dan las responsabilidades reales. Una generación que creyó seguir siendo quinceañeros mientras los quinceañeros jugaban a ser adultos y se entremezclaban en bares y calles. Una generación Peter Pan que no crece, a veces, porque no les dejaron; otras, porque no quisieron.