opinión
Felicidad electoral
Esas ansias de tener nos hacen perder la perspectiva de la realidad
La vida es eso que transcurre mientras tratamos de ser felices. Nos engañamos siempre deseando tener algo más, ser algo más, alcanzar cotas mayores. Nos engañamos pensando que si conseguimos esos objetivos seremos más felices. Pero la felicidad se nos escapa entre los poros de ... la piel hasta caer en la más cruel de las frustraciones.
Esas ansias de tener nos hacen perder la perspectiva de la realidad. Nos aleja del ser para llevarnos al parecer. Y en esta sociedad eso se vuelve mortal. Hemos vivido años de bonanza pero vienen tiempos duros. No será solo la guerra de Ucrania lo que marque el desarrollo de este siglo. Venimos de la crisis de 2008 y vamos a sufrir la de 2023.
La crisis no solo será económica. Nuestra sociedad está al borde de la quiebra. Es ley no escrita de la historia: las crisis sirven para reiniciar los sistemas sociales modificando las reglas preestablecidas. En ocasiones, pocas, la sociedad mejora. Pero la mayoría de las ocasiones el salto es atrás y conlleva una ruptura traumática para una gran parte de los ciudadanos. Con cambios políticos más o menos drásticos pero pendulares. Del socialismo de González pasamos al derechismo de Aznar. Y ahora, después de las crisis del 2008 y la que llega el 2023, la nueva normalidad nos lanzará en brazos de los populismos de todo signo.
Ya lo estamos viendo en centro Europa y nuestros vecinos franceses e italianos, donde la extrema derecha crece. Aquí Vox parecía en auge pero sus brotes verdes parecen ir secándose en divisiones internas y un retorno del votante al seno del PP. Mientras Podemos y Ciudadanos que nos crearon la imagen de un gobierno pluripartidista hacen aguas para devolvernos al bipartidismo con un más que posible salto presidencial hasta Feijoó.
Forma parte del ser humano. Es su intento de ser feliz y buscar quién se la ofrezca de la forma más sencilla, caemos en populismos y damos los bandazos ideológicos necesarios que nos permitan aceptar la frustración escondida en la incoherencia de nuestros actos. Actos que en ocasiones llevan al anarquistas a ser funcionario y al más amante de la propiedad privada y acaparador de bienes a defender la okupación.
Es nuestra naturaleza: huir de las crisis corriendo hacia delante sin importar que dejamos atrás. Por eso en estos días comienza la tómbola electoral en la que se compran votos al mejor postor, ofreciéndole al votante mercedes al estilo Enrique de Trastamara (de aquellos lodos estos barros). Cuando se quiere poder se regala lo que sea necesario para aferrarse al trono. Que no toda la realeza lleva corona ni todo el que lleva corona tiene poder.
Lamentablemente nuestros políticos lo saben de sobra y por eso regalan con dinero ajeno. Subidas de sueldo justificadas (en el caso de los jubilados) e injustificada como la que ellos mismos se han asignado mientras nos desvían la mirada a novatadas arcaicas que deberían estar anuladas, no solo por machistas, desde hace mucho.
Mientras tanto, mientras llegan las crisis, sean felices; ya llegará la hora de llorar.
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