OPINIÓN
La farsa política
Desde el comienzo de los tiempos, en España los contactos abren más puertas que la formación
La política es como un junco, si no se es flexible, se termina por romper. Y eso es algo que saben bien quienes se dedican a ello, provocando que lo que antes dije ahora no sea exactamente lo mismo. Las apariencias son tan engañosas que ... quienes se destripan en redes sociales luego se van a jugar juntos al fútbol. Y eso, a pequeña escala, es algo que debería ser positivo, salvo cuando toda la farsa pasa también a la administración y a la gestión del día a día.
Quizá por eso cuando me han ofrecido entrar en política (que alguna vez ha pasado), siempre he dicho que no. No creo en la doble moral, en la doble vara de medir; y trato de ser honesto en cada uno de mis pasos. Una honestidad que cada vez veo más ausente en la política. Veo bonitas palabras, buenas caras a la cara que se convierten en mentiras a la espalda. El aprovechamiento del que trata de trabajar por la ciudad, del que tiene espíritu de servicio anteponiendo el bien social al bien personal.
Pero ese espíritu de servicio cada vez está más ausente. El arribismo y el «veletarismo» político es algo demasiado común. El amiguismo sobre el profesional. Es algo que hemos visto en el pasado y que sigue vigente pese a los cambios de aires que se han vivido en esta Andalucía nuestra. Desde el comienzo de los tiempos, en España los contactos abren más puertas que la formación.
Es más fácil llegar a un cargo de responsabilidad política siendo amigo de un ministro que teniendo títulos superiores, doctorados o master. «Total, estos se compran fácil en las Universidades Privadas (según dicen nuestros políticos), con que sepa leer y escribir, nos vale». Así, rodeándote de personas sin más formación que la universidad de las juventudes, o de la vía política para moverse en las turbulentas aguas de las falsas ideologías, es más sencillo controlar el poder. Al fin y al cabo, a nadie le amarga el dulce halago de la mentira política. Y, al final, todos conocemos a alguien capaz de parecer el más afín al PP mientras le sirve la mesa a Podemos.