OPINIÓN
Cuando el cielo llora
Y en esa solidaridad también están los próximos días, cuando todo este limpio pero toque recuperar la vida de quienes han perdido todo menos la propia vida
Las imágenes que veíamos ayer sobrecogen y ver el conteo de muertes que iba aumentando por minutos (más de 70 cuando escribía estas letras) no pueden dejarnos indiferentes. Obviamente hoy las palabras que se digan se quedan cortos, y las pérdidas en vida no tendrán ... recuperación; ni sus familiares consuelo. Pero también al ver estas cosas hay que preguntarse por muchas cosas y estudiar muchos factores.
El primero, básico, es sí esas casas estaban construidas en zonas inundables. Desgraciadamente en este país ya ha pasado muchas veces que hemos visto como las viviendas se apiñan en las riberas de los ríos, lugares secos como norma general, pero a los que el agua termina por llegar tarde o temprano. Al fin y al cabo, el río siempre vuelve a su cauce. Y durante años el urbanismo en España se ha dejado de lado, construyendo sin ton ni son, moviendo los cauces de río (como ha ocurrido en Valencia) y creyéndose superiores a la propia naturaleza. Siempre hemos de recordar que «aunque ni los más mayores del lugar» lo hayan visto, tenemos referencias de riadas, de gotas frías brutales, desde hace siglos.
El segundo es la falta de formación que tenemos ante las catástrofes y la falta de información que una vez más, se ha tenido. Y, una vez más, la desinformación que desde las redes se lanzaban. Esa es la otra parte de los españoles: el minuto de gloria en TikTok sin importar las consecuencias, dando falsas noticias que pueden llevar a que la gente salga de sus casas por una supuesta evacuación y que termine perdiendo la vida en una carretera anegada de aguas.
El tercero, la falta de mantenimiento de ríos, veredas y puentes. Si los incendios se apagan en invierno, en verano se evitan las inundaciones, limpiando los cauces para evitar que cañas y basura terminen taponando puentes para convertirlos en presas y represas que terminan por convertirse en trampas mortales que aumentan el peligro de las mismas.
Aun así, a veces las cosas no se pueden evitar; la naturaleza muestra su mayor virulencia y peligrosidad. Recordándonos que no somos más que pequeños peones en un tablero de juego demasiado complicado. Por eso, cuando todo ocurre de improvisto; cuando nada se puede hacer; lo que hay que evitar es adentrarnos en el peligro, y de esas vemos muchas. Por ejemplo, la señora de Jerez que, rodeada de niños y aferrando como puede a un bebe, corre entre la riada formada en la calle Porvera de Jerez, mientras el agua se lleva las mochilas.
Es entonces cuando tenemos que echar una mano a los que saben que hacer; el momento de sacar lo mejor de cada uno de nosotros, como siempre hemos hecho los españoles, para hombro con hombro luchar contra la adversidad. Eso también lo hemos visto estos días, la solidaridad de los barrios y los vecinos, la preocupación por los que tenemos cerca sin importar si realmente son cercanos o un simple rostro con el que alguna vez nos hemos cruzado por las calles.
Y en esa solidaridad también están los próximos días, cuando todo este limpio pero toque recuperar la vida de quienes han perdido todo menos la propia vida.