OPINIÓN
Avalados
José Luis Ábalos es un animal político, fruto de la España post-transición, cuando el servicio al Estado y al ciudadano quedó en un segundo plano para beneficiar al partido y la persona
En el país de los corruptos, el portero tiene la llave. O algo así debieron pensar quienes creyeron que Koldo podía dejar paso expedito a los contratos gubernamentales. Normal, solo en un país como el nuestro un portero de club nocturno puede llegar a ser ... consejero de Renfe. Cursus Honorus, lo llamaban en la vieja Roma; carrera política, se llama en España. Una carrera que viene avalada por su pertenencia al PSOE, partido por el que ya fue concejal en el Ayuntamiento de Huarte; pero, sobre todo, por su afinidad con el exministro socialista Ábalos.
José Luis Ábalos es un animal político, fruto de la España post-transición, cuando el servicio al Estado y al ciudadano quedó en un segundo plano para beneficiar al partido y la persona. Y Ábalos era el mal necesario, el viejo dóberman que fue Alfonso Guerra convertido en siervo de Pedro Sánchez. Ábalos era la cara menos amable del gobierno hasta la llegada de Oscar Puentes, pero también era quién avaló a Pedro Sánchez en el partido, ayudándolo a alcanzar una Secretaría General que le había sido negada poco antes. Y Ábalos se sintió tan poderoso que alzó al gigantesco Koldo a posiciones no esperadas.
El resultado de lo que hoy vivimos no llegará pronto; primero tocará una carrera de fondo judicial para demostrar la culpabilidad de Koldo y Ábalos; una carrera que puede dejar muertos socialistas por el camino, pues las ramas de la trama se alzan a comunidades como las Baleares o Valencia; también a Puertos del Estado y Adif para los que Koldo García actuó de conseguidor, según se derivan de las últimas informaciones aparecidas.
Quizá yo sea un mal pensado; o quizá llega un momento en el que uno ve la realidad que nos rodea. El PSOE ahora huye hacia delante, atacando al ya exonerado hermano de Isabel Díaz Ayuso; pero la basura comienza a salpicarles con fuerza. Saben que en el pasado no les pasó factura la corrupción; sin embargo, el mundo en el que nos movemos, habiendo ya consumido un cuarto del siglo XXI, no es el anterior. Ahora las redes dictan sentencias, los memes se convierten en prisión social y Ábalos ya ha sido condenado pese a los avales que tenía previos.
Aquí está el quid de la cuestión: Ábalos avaló a Pedro Sánchez, fue su hombre fuerte y vale más por lo que calla que por lo que dice. En estos momentos se aferra al escaño, sabiéndose aforado y protegido en su soledad (sin secretaria ni chófer, ¿quién podría vivir así?). Se enfrenta al poder unipersonalista de Pedro Sánchez, y el presidente del Gobierno no le va a dejar moverse mucho: sabe que, si Ábalos lo hace, quien saldrá en la foto será él. El exministro se ha convertido en un cortafuegos que rompe la llama que apuntaba directamente a Sánchez. Pero no debemos olvidar una cosa, a veces en política el cortafuegos potencia la llamarada antes de explotar por los aires.
Ábalos apoyó a Koldo, pero sobre la pirámide de esta estafa al español se encuentra aquel que llegó para combatir la corrupción del PP: Pedro Sánchez ¿dimitirá ante los escándalos de los suyos? No, claro que no, el poder es muy atractivo.