Ampliando miras
Cádiz, la más vieja de occidente, la envejecida de los tres tanatorios, parece rejuvenecer entre Erasmus y turistas. Recuperando su idiosincrasia portuaria
Escribo esto sentado en uno de los muchos bares que pueblan la plaza del Ayuntamiento. Aprovecho la mañana tranquila para observar el desarrollo de una ciudad que parece haberse levantado perezosa y en la que las conversaciones se presentan en idiomas que no siempre entiendo. ... Supongo que una ciudad como Cádiz tiene eso. La mañana, mientras la gran parte de los locales trabaja, se hace por un rato extranjera, recuperando las decenas de acentos que escuchó en el pasado; cuando aún era grande, marinera y americana.
Hoy la ciudad se ofrece tímida, chiquita entre tantas mega urbes; disfrazada de turística urbe mientras guarda con recelo su realidad en los callejones. Cádiz, la más vieja de occidente, la envejecida de los tres tanatorios, parece rejuvenecer entre Erasmus y turistas. Recuperando su idiosincrasia portuaria.
Cádiz, la que fue puerta de las Indias, fue un refugio cultural español mientras ahora retuerce moribunda sin rumbo y sin timonel. La vieja sirena del océano, que diría Lord Byron, parece pegar sus últimos coletazos tratando de coger aire.
Pese a todo, soy optimista y creo que la ciudad logrará sobrevivir, como ya ha hecho en el pasado. Quizá comenzado a mirar a la bahía de nuevo y no mirando el ombligo partidista de quien gobierna en cada momento. Cádiz nunca fue grande cuando se miró a sí misma; ni siquiera cuando se volcó al mar; fue grande cuando entendió que somos un ente común. Una Bahía que debe ir a una por el bien de todos. Claro que para eso quienes se asoman al balcón que me da sombra hoy deberían cambiar. Deberían entender que la política es un servicio y que todo cargo es una carga. Para eso, debemos tener políticos con apertura de mente. Que sean capaces de dar un paso valiente para recuperar la unidad de la provincia y de la Bahía de Cádiz. Incluso sería importante recuperar el área metropolitana para unificar gastos y lograr mejores condiciones para los contratos municipales.
De esa forma, mirando por el bien común, podremos encontrar una salida que nos de un respiro y un futuro que supere la crisis económica que se nos viene encima. Sin embargo, tenemos una potencialidad que pocas regiones europeas pueden ofrecer. Tenemos 360 días de sol, con lo que eso conlleva para la realización de obras. Contamos con un campo realmente fértil que esta mostrando su mejor cara debido a la guerra de Ucrania y las necesidades de cereales del mundo. La industria también está mostrando su potencialidad y eso pese a la crisis de Airbus y de los Astilleros que se viene arrastrando desde finales del siglo pasado.
Y, sobre todo, tenemos una industria menospreciada pero realmente potente que es el turismo. Un sector que se hace esencial en épocas de crisis cuando el ocio es la única vía de escape para el terrorífico mundo que se nos presenta próximamente. El turismo forma parte de una de esas patas de la sociedad que siempre se han potenciado en época de crisis: pan y circo. Nosotros somos el circo. Y de ese circo debemos sacar el pan.