opinión
Las alas de la pajarita
«La sociedad tal y cómo la conocemos está muriendo y se avecinan cambios estructurales»
En la papiroflexia, la pajarita es como un juego de niños. El más sencillo de los trucos que el abuelo hace a su nieto tirando de la colita para que se muevan las alas. Un truco que se repite día a día en la sociedad, ... cuando se busca que el pajarito se mueva al son de quienes manejan los hilos. Quizá por eso, ahora que Elon Musk se ha hecho con Twitter, el símil viene a mi cabeza. Lo hace por una razón sencilla y fácil de entender: mientras la guerra de Ucrania sigue afectando a nuestras economías, la sociedad moderna del siglo XXI se levanta en armas por una red social.
En una sociedad intoxicada por el exceso de información existente y la inmediatez de la misma, el control de Twitter se había convertido en el arma de la izquierda mundial para acabar con el capitalismo. Y el máximo logro se había alcanzado con la supresión de la cuenta de Donald Trump. El pajarito movía sus alas y se convertía en adalid de la libertad, como lo fue (salvando distancias) Ferreras cuando sus discursos incendiarios soplaban a favor de Pablo Iglesias y los suyos.
Pero llegó Elon Musk y despidió a los mismos que se jactaban de controlar el reino digital del pajarito azul. Los adalides de la libertad que la defendían mediante la censura más destacada. Y la cascada se extendió por el mundo, también en España en la que el magnate decidió despedir a sus 26 trabajadores. Por supuesto, UGT y Comisiones Obreras saltaron en su defensa: hay que proteger una libertad de expresión que solo es válida en una dirección: la que lleve a Pedro Sánchez a repetir presencia en Moncloa.
Así la pajarita vuelve a hacer su magia y agita la sociedad del XXI. La nueva generación de cristal piensa que el mundo se arregla desde la pantalla de un Iphone y se ofende por canciones de los 80. Por eso, el movimiento de Musk ha sido realmente brillante. La compra de Twitter por el dueño de Tesla le convierte, de pronto, en el censor de la opinión pública y da nuevos aires a unas redes sociales que han empezado a perder su poder de influencia. Una censura que ha puesto nerviosa a todas las izquierdas, que han perdido el control de las nuevas generaciones y, por tanto, de sus votos. O eso creen.
La realidad es que la sociedad actual ha buscado nuevas rutas de acceso a la información, y que el pajarito azul, como la pajarita de papel, no es más que un juego de niños que oculta la complejidad de los hilos que se mueven a sus espaldas. Twitter se ha convertido en la punta de lanza de un negocio multibillonario que controla, también, nuevas tecnologías y nuevos mercados como el del transporte eléctrico.
Y eso convierte a Musk en el nuevo paradigma de la aristocracia del siglo XXI. Un tecnócrata convertido en el hombre más influyente del planeta, pero también en uno de sus nuevos gobernantes. La sociedad tal y cómo la conocemos está muriendo y se avecinan cambios estructurales que se fortalecerán con un mundo globalizado pero controlado por unos pocos. Mientras eso pasa, nosotros seguiremos preguntándonos cómo se mueven las alas de la pajarita.