SIN ACRITUD

Violadores de 11 años

Todos los expertos alertan de lo que está ocurriendo. Cada vez con más frecuencia. Cada vez a edades más tempranas.

Ignacio Moreno Bustamante

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Años 80. Un colegio cualquiera de un pueblo cualquiera de la provincia. O de España. Cuatro clases por curso y no menos de 40 alumnos por aula. En algunas hasta 45. Todos perfectamente organizados. Los gamberros detrás, boicoteando al profesor de turno. Guerras de arroz ... con los bolis BIC, de bolas de papel, batallas navales -A4 agua, F2 tocado-, de marcianitos en folios que se doblaban a ver dónde caía la bomba. Los empollones, y las empollonas, en las primeras filas. Habitualmente con gafas. En el patio, cinco partidos de futbito en un mismo campo, con sus correspondientes cinco balones. La comba y el elástico. Chándals azules, todos iguales. Las suelas de los tenis gastadas de tanta patada al balón. Salto del potro, del plinto, carreras, gritos, kimonos de judo, aros, espalderas y colchonetas en un viejo gimnasio. La felicidad en estado puro. La inocencia. Medio asalvajados todos y a la vez perfectamente controlados. Por profesores que, viniendo de otra época, a veces se les iba la mano. O un reglazo. Y una norma absolutamente inviolable: el maestro siempre tenía la razón. Pasara lo que pasara. Dijeras lo que dijeras. Ni yo no he sido, ni me tiene manía ni gaitas. El profesor mandaba y tú obedecías. Punto.

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