SIN ACRITUD
Vestirse por los pies
La inmensa mayoría de la gente es 'de bien', sean de derechas o de izquierdas; no entiendo cuál es el problema
Mis abuelos eran 'gente de bien'. Y los suyos de usted, más que probablemente. La infinita mayoría de la gente es de bien. Lo son sus padres, su vecino, su compañero de trabajo, el mecánico, el doctor, el abogado y el camarero del bar ... de abajo de su casa. La inmensísima mayoría de las personas de su entorno. Sean de izquierdas o de derechas. Es una cuestión de ser honrado o de no serlo, básicamente. Es cierto que se trata de una expresión un tanto arcaica. Y que con el actual nivel de nuestra política nacional, cualquier cosa se eleva a la categoría de importante. Se hace 'viral'. Sobre todo porque siempre hay algún gurú de la comunicación progre de guardia, tratando de emponzoñar –de politizar– cualquier chorrada. Pero resulta cansino. Mucho. Feijóo tendría que salir ahora diciendo que sí, que ha dicho «gente de bien». Y al que no le guste que no mire. O no escuche. Lo del perfil moderado es una buena estrategia, pero poner pie en pared de vez en cuando también suma, siempre que sea de forma educada. Gente de bien. Pues sí. ¿Cuál es el problema? Simplemente es hablar de personas honorables, que es otra palabra que usamos poco. Honor. Personas que luchan duro por labrarse un futuro. Estén más arriba o más abajo del escalafón social, que esto no tiene que ver con el dinero, sino con los valores. Hombres y mujeres que no entienden la vida como muchos entienden la política, reducida a un juego de puñaladas, pisotones y falsedades. Individuos incapaces de traicionar a nadie, mucho menos a sí mismos, por cualquier prebenda. Gente a la que no se le llena la boca exigiendo derechos porque están centrados en cumplir con sus obligaciones. En sumar y no en restar. Para ellos y para el colectivo. Solidarios, como los que más. Sin colgarse medallas. Moderados que no se exaltan fácilmente. Su educación se lo impide. Que no comulgan con extremismos, vengan de la diestra o de la siniestra. Personas que saben estar. Que respetan. Que tratan con educación a los demás. Incapaces también de hacer una mueca de desdén, o de hastío, cuando alguien dice algo con lo que no están de acuerdo. Que jamás se defienden atacando ni recurren al histrionismo, al grito. Gente que se viste por los pies, que es otra expresión muy nuestra.
La gente de bien es, en definitiva, todo lo contario a nuestro presidente del Gobierno y a la mayoría de sus ministros. No encajan en esta categoría aquellos que anteponen sus intereses políticos, electoralistas, al gravísimo hecho de que haya cientos de abusadores sexuales sonriendo en sus celdas porque ya les queda menos para salir a la calle. Si es que no lo han hecho ya. Jamás será gente de bien aquella que justifica la corrupción si el fin es 'político' y no 'lucrativo'. Porque el bien, como la verdad, sólo tiene un camino. Y esa senda la marca la honradez. No hay otra. No robarás. Punto. Y no porque lo diga el séptimo mandamiento –que también– sino porque lo dicta la moral, la ética, la integridad... todas y cada una de las características que definen a la gente de bien. Y que aquellos que no lo son nunca alcanzarán a entender.
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