SIN ACRITUD
Ignacio Moreno Bustamante: Recuperar el pulso perdido
Cádiz necesita volver a pensar en grandes ideas de futuro y ejecutar los proyectos de ciudad
Cádiz. Años 80. La capital gaditana está claramente dividida en dos por una vía del tren que parecía una cremallera. Desde Cortadura a la Plaza de Sevilla. Dividida en dos física y socialmente. Vivir a un lado u otro de esa vía férrea marcaba. Vivir en Loreto, Cerro del Moro, Guillén Moreno, la Barriada de la Paz o San Severiano era una especie de estigma social. No muy marcado, es cierto. Cádiz siempre ha sido una ciudad inclusiva en la que todo el mundo ha convivido sin ningún problema. Pero algo de eso había. No era lo mismo que vivir en la Avenida, el paseo marítimo o Bahía Blanca. Fue Teófila Martínez quien acabó con esa división. De un plumazo. Con un soterramiento que unió para siempre lo que durante décadas había estado apenas conectado por un par de pasarelas peatonales. Ese fue sin duda su primer gran proyecto de ciudad allá por los inicios de este siglo XXI. Luego, en 2015, y con Kichi ya en el sillón de San Juan de Dios, vendría el más grande, el que la ciudad anhelaba desde hacía décadas: el segundo puente sobre la Bahía. Una megaconstrucción que la exalcaldesa peleó durante años con todos y cada uno de los ministros de Fomento que se le pusieron por delante, fueran o no de su partido. Estos dos grandes hitos marcan sin duda sus 20 años de mandato. Hubo más, como la reforma del estadio Carranza o la construcción del barrio de Astilleros. Y algunos que se quedaron en el tintero cuando la crisis del año 2008 golpeó con dureza a, literalmente, todo el planeta tierra.
Esa parálisis de su último mandato fue sin duda una de las causas por las que perdió la alcaldía en 2015 a manos de Kichi. Y gracias al apoyo de un PSOE que vio la gran oportunidad de desalojarla del Ayuntamiento pese a saber que el candidato de Podemos iba a ser nefasto para la ciudad. Su argumentario para alcanzar la alcaldía no tenía nada que ver con los problemas de los gaditanos y sí mucho con su sectarismo y su comunismo trasnochado disfrazado de buenismo. Pereza. Efectivamente, el paso del tiempo demostró que los ocho años de José María González fueron ocho años perdidos para una ciudad que no podía permitirse semejante parálisis. El único proyecto relacionado con el urbanismo que vio la luz durante su etapa fue el tan traído y llevado carril bici. Pero aquello sin duda contenía una trampa. No lo pagó el Ayuntamiento. Lo pagó la Junta de Andalucía, que lo tenía desde hacía años en el cajón y se negaba una y otra vez a financiarlo para evitar que el PP se pusiera la medalla. Pero al apoyar a Kichi, Susana Díaz -entonces presidenta de la Junta- no tuvo más remedio que desempolvarlo y ejecutarlo. Carril bici y la Plaza de España peatonalizada, además de algunas calles. Y pare usted de contar. Y gracias a Martín Vila, ex concejal de Urbanismo. Mucho dogma social, mucha manipulación con la deuda heredada, muchas lecciones de feminismo, de racismo y de todo el argumentario podemita... pero de mejoras en la ciudad de la que era alcalde, nada de nada.
Afortunadamente parece que Cádiz recupera algo de ese pulso perdido. Esta semana, el equipo de Gobierno de Bruno García ha adjudicado los créditos para ejecutar tres proyectos pendientes: el frente de las Puertas de Tierra, la Avenida de Astilleros y el Parque del Cementerio. Este último sobre todo lleva décadas, literalmente, esperando. Obviamente no son el soterramiento ni el segundo puente. Pero por algo hay que volver a empezar a pensar en algo más que en lanzar proclamas desfasadas y caducas. Que nadie vota a un alcalde para eso, sino para vivir en una ciudad en condiciones. Aunque haya que pedir un crédito al banco. Como todo hijo de vecino. Ni más ni menos.
