Con sus propios ojos
La pregunta es: ¿en qué ha mejorado Cádiz en los últimos siete años? Y la clave para obtener la respuesta es analizar lo que le ve, no lo que le cuenten en vídeos de despedida
No entremos en cuestiones ideológicas, que cada uno es muy libre de pensar lo que quiera. Centrémonos en los hechos. Cuestiones objetivas, palpables. Hagámoslo con la gran pregunta: ¿En qué ha mejorado Cádiz desde el 14 de junio del año 2015? Ese día José María ... González Santos, 'Kichi', recibió el bastón de mando del Ayuntamiento de Cádiz. A decir del propio alcalde, que ha hecho balance esta semana en su vídeo de despedida, aquella mañana recibió «una ciudad viejuna y sin aspiraciones» y él abrió «las ventanas del Ayuntamiento para que saliera el olor a cerrado, para que entrase aire fresco, luz, colores, todos los colores». Presume además de su «defensa a ultranza de lo público, los derechos de la ciudadanía y la sostenibilidad» y se apunta como méritos «el recorte en la deuda municipal, la mejora en el pago a proveedores, el aumento de la inversión social, la defensa de los derechos a la hora de tener agua y luz, la puesta en uso de los equipamientos deportivos, la mejora de los servicios a las empresas, el cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, y el impulso de proyectos como la Ciudad de la Justicia y Valcárcel». Y concluía diciendo que ve «una ciudad mejor de la que me encontré. Hoy Cádiz es una ciudad con rumbo, más abierta, más rica, más diversa, con más futuro».
Por partes. La poesía sobre la ciudad viejuna, las aspiraciones, los colores, la luz, el aire fresco, el rumbo, la riqueza, la diversidad y el futuro, ni media línea de análisis merecen. Palabrería. Populismo barato. Si quiere, al que le guste, puede decir aquello de qué bonito chiquillo, poeta, poeta, vellitos de punta. Pero son cuestiones intangibles. Los hechos. Habla de la reducción de la deuda. Cierto. ¿Pero a costa de qué? De una ciudad manifiestamente más deteriorada, sin apenas mantenimiento. Y, salvo las zonas más turísticas, infinitamente más sucia. El recorte en los plazos de pago a proveedores. Cierto también. Ni un pero ahí. El aumento de la inversión social. Cuestionable, cuanto menos. Que lo demuestre con datos en la mano. Una cosa es predicar y otra dar trigo. Tema del agua y la luz. Otra mentira mil veces repetida. Que diga un solo ejemplo, uno solo, de alguna familia de Cádiz que estuviera sin luz o sin agua cuando él llegó. Que pasara frío o sed. Es absolutamente falso. Otro asunto en el que se pone la medalla, la puesta en marcha de los equipamientos deportivos. ¿Cuáles? Cuando llegó había un programa escolar de vela y otro de natación por el que pasaban todos los niños de Cádiz. ¿Se acuerdan? ¿Se acuerda él? Pasó a mejor vida. El CN Elcano, el Manuel Irigoyen, el pabellón del centro, el Francisco Blanca, el Ciudad de Cádiz... todos estaban ya cuando él llegó. El único que no, el Fernando Portillo. Y ahí sigue, exactamente igual que hace siete años. Sigamos. La mejora de los servicios a las empresas. ¿Qué servicios? ¿Qué empresas? En fin. Otro asunto, el penúltimo de su lista: la ciudad de la Justicia, proyecto de la Junta. Y el último, Valcárcel, desatascado gracias a la unión de todas las administraciones. Hasta aquí su balance, como ven todo muy discutible y rebatible. Y no ha mencionado ni el contrato de la basura, que ha sido incapaz de renovar en más de siete años, ni los autobuses indignos que circulan por la ciudad, ni las continuas protestas de multitud de colectivos de la ciudad –empezando por el de las mujeres maltratadas–, ni el despropósito de organización del Carnaval... Y lo más importante, no ha sido capaz de poner en marcha un gran proyecto de ciudad que uniera a todos los gaditanos en pos de un objetivo común, como en su momento fueron el soterramiento o el segundo puente. Una idea que fuera más allá de la ideología y de las frases huecas.
Volvamos al principio. ¿En qué ha mejorado Cádiz desde el 14 de junio del año 2015? Que cada cual rememore aquel día y piense en el de hoy. Para obtener la respuesta la única condición es hacer caso exclusivamente a lo que le muestren sus ojos. No a la poesía barata y los cantos de sirena de un vídeo de despedida.