Poner el acento
Cádiz, los gaditanos, merecemos unos dirigentes de mayor nivel, que se centren de verdad en los problemas y déficits de la ciudad, que son muchos
Al principio pensé que era cosa mía. Quizá no lo escuchaba bien. Pero fue hacer el comentario en voz alta, así como de pasada, y todos los presentes en aquel momento coincidieron al unísono. «Sí, sí, es verdad». Es probable que usted también lo ... haya notado si ha visto algún vídeo reciente. Da igual que sea de David de la Cruz, de Kichi, de la roteña Teresa Rodríguez–Rubio, de Lola Cazalilla o incluso del parlamentario andaluz nacido en Jerez José Ignacio García: todos hablan con el mismo acento. Un 'deje' rarísimo, como marcando la 'ch' y comiéndose las 'r' que van al final de palabra. Es una entonación que personalmente no había oído en mi vida. Desde luego no en Cádiz. Quizá los gaditanos de Rotterdam pronuncian así y lo han exportado, pero ya le digo que es completamente nuevo para mí. Lo curioso es que tampoco se lo había escuchado a ellos. Me he tomado la molestia de revisar vídeos antiguos y ninguno hablaba como habla ahora. Debe ser que la izquierda radical gaditana se ha puesto de acuerdo en unificar el acento. Todo mi respeto, faltaría más. Que cada cual hable como le dé la gana. Pero qué cosas más raras tiene la política de andar por casa. El caso es que los miembros y miembras de Adelante Izquierda Gaditana han puesto el acento en el acento, cuando la ciudad que pretenden gobernar necesita que se haga en muchísimas otras cosas. Cosas concretas. Limpieza, transporte, vivienda, empleo, cultura, aparcamiento. Ya ni les hablo de grandes proyectos de futuro, pero al menos que haya un mínimo de mantenimiento urbano, que estamos llenos de alcorques levantados y bordillos de acera rotos. Problemas y déficits hay para aburrir. Pero ellos siempre han preferido centrarse en cosas etéreas, en arcoiris de colores, unicornios, sueños utópicos y gatitos abandonados en el Campo del Sur. Esto último tal cual se lo cuento, acuérdese que si quiere darles de comer tiene que sacarse un carné a tal efecto. El nuevo candidato insiste en que quiere hacer de Cádiz una ciudad amable donde todos seamos felices. Literal. Pues como todos. El problema es cómo. Y el todavía alcalde, tras aprobar el pasado jueves el Plan Municipal contra el Cambio Climático, dejó una de sus perlas para la posteridad. «Este plan debe ser una guía básica para que Cádiz pueda labrar un futuro en el que poder ser, en el más amplio significado de la palabra». Literal también. Fíjese, un plan municipal contra el cambio climático. Ya no se conforman con tratar de robar competencias en educación o sanidad a la Junta. Ahora van directamente a por la ONU. Y mientras, Cádiz sigue perdiendo habitantes, en el más amplio significado de la palabra. Tan amplio que es a razón de casi 1.500 al año, que se dice pronto. Y las esquinas apestan a orín de perro, sobre todo en Extramuros, que parece que no forma parte de la ciudad. Si es usted beduino, es un gaditano de segunda categoría. Los de Cádiz Norte, como cantaba la chirigota de nuestro añorado Manolo Santander, son los únicos con un mínimo de derecho a vivir en un entorno medianamente decente. Si vive usted en Loreto, en Puntales, La Laguna, Bahía Blanca, Guillén Moreno o San Severiano sabrá de qué le hablo.
Confiemos en que en un par de semanas se dé la vuelta a esta tortilla, que está ya más que quemada. Cádiz, los gaditanos, no podemos permitirnos –ni nos merecemos– unos dirigentes de tan bajo nivel político. Que sacan pecho por las cuestiones más absurdas y abandonan sus verdaderas competencias. Quepresumen de proteger a las minorías más vulnerables, aunque sea mentira, y se olvidan de la inmensísima mayoría de los gaditanos, que lo único que queremos es una ciudad de la que sentirnos orgullosos cada día. Y si no es así, aquí seguiremos, como hacemos desde hace años. Machaconamente, poniendo el acento en que Cádiz merece más. Mucho más.
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