SIN ACRITUD

Perros viejos

Los animalistas, con esa manía de humanizar a sus mascotas, están causando un grave daño a los propios animales

Ignacio Moreno Bustamante

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Si es usted autónomo, emprendedor y gaditano, no lo dude ni un minuto más. Hay dos líneas de negocio que son una auténtica mina: una tienda de andadores o una de productos para perros. Riesgo cero. En Cádiz, le hablo de la Bahía, cada año ... que pasa somos más viejos y estamos más solos. En el carril bici los patinetes tienen que esquivar continuamente a personas mayores que arrastran penosamente los pies apoyados en esa especie de silla con ruedines. O a los perros que caminan a cuatro metros de sus dueños con unas correas larguísimas. Lo de los ancianos, gloria bendita. Cuantos más mejor. Y cuantos más productos para que sus últimos años sean lo más llevaderos posibles, mejor aún. Esta tierra es prolífica en señores mayores, que nos aportan en la mayoría de los casos bondad, sabiduría y experiencia. El problema es que el número no está equilibrado con el de los jóvenes, que desde hace años emigran a otros lares en busca del futuro que no encuentran aquí por razones que no viene al caso ahora analizar, por consabidas. Como tampoco vamos a ahondar en el porqué del descenso en picado de la natalidad, íntimamente ligado al porqué de ese éxodo de la juventud. Salarios bajos, desempleo, falta de oportunidades laborales... en fin, qué nos vamos a contar. El problema, uno de ellos, es que esa falta de descendencia se está supliendo con la adquisición de perros. Hemos cambiado niños por perros. Así de triste. Y eso sí que no lo vimos venir. En Cádiz, y en buena parte de Andalucía, hace tiempo que hay ya más canes que churumbeles. Y hace tiempo también que se viene advirtiendo, pero nadie parece interesado en siquiera analizarlo. De hecho, sí que hay mucha gente que lo fomenta. Empezaron los centros comerciales admitiendo su entrada a las tiendas, algo insólito. Aquellos carteles de toda la vida que rezaban muy claramente 'Perros no', han desaparecido de nuestras vidas. Ahora, mientras usted se prueba una camiseta frente al espejo de la tienda, un can olisquea y babea la manga sin que el dueño, habitualmente, le diga nada. Ahora han dado ya el siguiente paso, que es la conquista de las terrazas. Seguro que este verano le ha tocado alguno al lado mientras disfrutaba de la cena. El propietario, por supuesto, callado.

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