SIN ACRITUD

Cuando Paco de Lucía conquistó el Castillo de San Sebastián

Aquel 17 de agosto de 2013 el genio de la guitarra actuó por última vez en la capital gaditana; qué bonito homenaje sería recuperar por fin esa fortaleza y dedicarla al flamenco

Ignacio Moreno Bustamante

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Sábado, 17 de agosto del año 2013. Diez y media de la noche. Silencio sepulcral en el Castillo de San Sebastián de Cádiz. Silencio que corta el aire pese a que hay tres mil personas allí. Sentadas. Expectantes. Con la mirada fija en un escenario ... a oscuras en el que de repente se encienden tres focos que alumbran directamente a un hombre: Paco de Lucía. El genio de Algeciras está sentado sobre una silla cubierta por un manto negro, el mismo color que sus características botas, su pantalón y su chaleco. Sólo su impoluta camisa blanca, y el dorado de su guitarra española, rompen la negrura de la puesta en escena. Sus dedos comienzan a moverse a la velocidad del viento y arrancan dos horas de actuación que quedan para la posteridad. Es la última vez que actuará en la capital gaditana. Apenas seis meses después la muerte se lo llevó mientras jugaba con dos de sus hijos en una playa mexicana. Ellos lo perdieron para siempre como padre. Y la humanidad como genio del flamenco. Comenzaba, sin embargo, la leyenda de quien sin duda es el mayor virtuoso de la guitarra flamenca que haya habido sobre la faz de la tierra. No hace falta ser un gran entendido en la materia –servidor desde luego no lo es– para apreciar su arte. Por ir a lo más sencillo, a lo más conocido de su creación. Resulta imposible no emocionarse escuchando su obra maestra, 'Entre dos aguas'. Una rumba flamenca que, dicen, es una oda al amor y al desamor, al deseo de reunirse con la mujer amada. Yo siempre he preferido quedarme con la teoría que defendía quien por aquel año 73 en que la compuso, era su representante, Jesús Quintero. 'El Loco de la Colina' afirmaba que en realidad es una oda a esta tierra, a su tierra. Al encuentro entre el Oceáno Atlántico y el Mar Mediterráneo, que se dan la mano en su Algeciras natal. En Cádiz. En una provincia en la que jamás hemos sabido apreciar en toda su magnitud el regalo que nos ha hecho la vida permitiéndonos haber nacido y vivido bajo el mismo sol, pisado la misma tierra, respirado el mismo aire y disfrutado los mismos paisajes que semejante genio de la música.

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