SIN ACRITUD
Necesita mejorar
Cádiz tiene demasiados problemas pendientes y algunos, como el hospital o Valcárcel, están peor que hace un año
El alcalde de Cádiz hizo balance ayer en ABC de su primer año de mandato. Habló de limpieza, de vivienda, de turismo, de potenciar la Bahía como área metropolitana, del hospital, de Valcárcel, del Portillo, de movilidad, de aparcamiento, de integración puerto–ciudad, del cementerio... ... de todo. No esquivó ningún tema. Analizó situaciones, reconoció problemas, propuso ideas. En definitiva, hizo lo que tiene que hacer un alcalde. Hablar de los asuntos sobre los que tiene competencia. De los problemas reales de sus 'vesinos y vesinas', que diría el otro. El otro alcalde me refiero. Que nada más que hablaba de Palestina, de la guerra del Metal, de educación pública, de remunicipalización, de sanidad -pública también-, de movilización social, de militancia, de tanquetas, de fascismos, de las empresas del Ibex, de ecología o de orgullo LGTBI. Todo lo que a él le preocupa, muy legítimamente, pero sobre lo que poco o nada podía hacer. Al menos como alcalde. Distinto es como activista, que ahí sí. En su tiempo libre como si se dedica a coser pañuelos palestinos para sus amigotes. Pero de lo que le correspondía hacer como cabeza visible de San Juan de Dios, nada de nada.
De momento, en este año los gaditanos ya hemos ganado algo, que es la normalidad institucional. Lo cual no es poca cosa, habida cuenta de lo padecido los ocho anteriores y lo que estamos viviendo cada día a nivel nacional con el inefable presidente del Gobierno Sánchez. Ahora bien, hablar de los problemas es un primer paso. Pero no es suficiente. Bruno García tiene por delante un arduo trabajo para tratar de encontrar soluciones a asuntos que llevan años, cuando no décadas, enquistados. Empezando por los más evidentes, como pueden ser el hospital o la recuperación de Válcarcel. En ambos casos está obligado a alcanzar acuerdos con otras administraciones. Algunas de su mismo signo, como Junta o Diputación, y otras en manos del PSOE, como Zona Franca. A día de hoy, ambos proyectos están objetivamente peor que hace un año. Y ese es un hecho que el alcalde se tiene que hacer mirar. Tanto en el hospital como en Valcárcel había preacuerdos que se han roto. En el caso del hospital por la falta de entendimiento sobre la titularidad del terreno y, sobre todo, por la falta de financiación de la Junta de Andalucía. En lo referente al antiguo hospicio, por las dudas del nuevo rector sobre el traslado de la Facultad de Educación. Sea como fuere, no puede demorarse ni un día más la solución a ambos temas absolutamente prioritarios para la ciudad. Otro de los grandes problemas de Cádiz es la limpieza. Efectivamente hace un año se acometió un plan de choque –lo que les gusta a los políticos esta expresión, plan de choque– que se notó. Pero que se ha diluido. Decenas de calles vuelven a estar impresentables, hasta insalubres, a causa de los orines de los perros. Eso, habida cuenta de la falta de concienciación de los dueños, sólo se puede combatir con baldeos constantes. Tiene razón Bruno García cuando afirma que en estos tiempos de sequía supone un serio problema el utilizar agua para estos fines. Y que se están buscando soluciones a medio-largo plazo para contar con mejores infraestructuras hídricas. Pero ahora que la Junta ha autorizado el baldeo con agua potable, no hay excusas para volcar ahí mayores esfuerzos. Como también hay que hacerlo en la creación de más plazas de aparcamiento, otro de los problemas crónicos de la ciudad, agravado aún más tras la peatonalización de muchas zonas del centro. Dónde sí se están dando pasos es en la construcción de viviendas que ayuden a frenar la despoblación de la ciudad, que a este ritmo corre el riesgo de bajar de los cien mil habitantes, con el grave perjuicio económico que eso supondría. En este asunto sí hay un trabajo coordinado con otras administraciones y se están logrando avances importantes, aunque siempre mejorables.
Limpieza, vivienda, aparcamiento, Valcárcel, hospital... por fin Cádiz vuelve a hablar de temas reales, tangibles. Un aburrimiento desde el punto de vista periodístico, si me permiten que se lo diga. Pero en definitiva para lo que se le paga a un alcalde. Que lleva un año. Que habla y afronta los problemas de la ciudad. Pero que le queda un largo camino por delante. Porque Cádiz, todavía, necesita mejorar. Mucho.