Jartibles
El Ayuntamiento de Cádiz pone en marcha una iniciativa de supuesto ahorro energético en el transporte público con unos autobuses obsoletos y contaminantes

A partir del día 1 de septiembre, si es usted usuario del autobús urbano en Cádiz, se ahorrará 21 céntimos por viaje. Sólo durante cuatro meses, hasta final de año. Sólo si compra el bonobús, porque si compra el billete suelto, lo paga a tocateja. ... Pero menos da una piedra. Piénselo. Podrá invertir semejante dineral en lo que usted mejor convenga, que seguro ya tiene pensado a qué va a dedicar este regalo caído del cielo. 21 centimazos. Cuando Kichi anunció la zona naranja para residentes, hizo una brillantísima comparación diciendo que el precio por aparcar «viene a ser lo que cuesta un chicle al día». Pues ahora ya tenemos también para un par de regalices. Política de altos vuelos. Nivelazo. En cualquier caso, dejando el coste aparte –que ya se sabe que hablar de dinero es una ordinariez– lo realmente importante es que podrá usted sentirse genial consigo mismo porque habrá contribuido a tener un Cádiz más limpio, más ecológico, más sostenible. Será usted muchísimo más solidario que yo –que pienso seguir yendo en moto, o en mi coche particular cuando llueva– y habrá colaborado con la iniciativa puesta en marcha por el Gobierno de España, y seguida a pies juntillas por nuestro ilustre Ayuntamiento, de ahorro energético, limpieza de los ecosistemas y purificación de las almas fraternales y solidarias.
Sin embargo, en realidad, seré yo quien de verdad esté contribuyendo a mejorar la sostenibilidad de nuestra ciudad, porque mi coche tiene una pegatina redonda y gorda que dice que es ecosostenible o algo así. Que no emite gases contaminantes. Los que sí lo emiten –y de qué forma– son los autocares a los que nos invita a subir nuestro ayuntamiento con precios super baratísimos. Todos y cada uno de los autobuses urbanos que le llevan a usted desde la Plaza a España a Loreto, a la Zona Franca, a Cortadura y por el Campo del Sur son una auténtica deshonra para una ciudad como Cádiz. La cara se le tenía que caer a Kichi y sus adláteres si tuvieran la más mínima vergüenza política. Vaya usted a cualquier pueblo de España, no le digo ya capital, y verá que el parque móvil está compuesto por modernos autobuses híbridos, eléctricos, ecoeficientes y un montón de cosas más que hacen que el aire sea puro como el amor de una madre. Aquí en Cádiz podemos dar gracias al levante y al poniente, porque si la limpieza de la atmósfera que respiramos dependiera de los acelerones del chófer de turno al incorporarse desde la parada de Residencia, apañados iríamos. Ríase usted del hongo de Madrid. La media de edad de nuestros autobuses es de unos 25 años y la cantidad de gas contaminante que emiten en cada recorrido es perfectamente visible y comprobable. Cualquiera que vaya detrás de uno de ellos durante un par de minutos podrá corroborarlo con sus propios ojos. Y con sus narices. A partir de ahora, servidor, realmente concienciado con la sostenibilidad de mi ciudad, dejo de comprarle el bonobús a mi hija pequeña. La llevaré yo si puedo en mi coche ecomagnífico o tendrá que ir andando. Pero no estoy dispuesto a contribuir más a la contaminación que provocan semejantes vehículos del –literalmente– siglo pasado.
Señor alcalde y advenedizos: menos política populista, menos moralina y más hechos. Más gestión, que es para lo que se les paga. Menos dar lecciones sobre ecogilipolleces, educación pública de mentira y todos esos mantras y más cuidar la ciudad. Que se cae a cachos. Que apesta a pipí de perro. Que no vale con baldear con un chorro de agua las mismas cuatro calles céntricas de siempre y subir la foto a sus redes sociales. Que basta de utilizar la figura de -un poné- García Lorca con fines ideológicos y dejar en el olvido a las víctimas de la explosión de Cádiz. Basta de decirnos lo que está bien y lo que está mal, que en nuestras cabezas mandamos nosotros. Y ya sabemos que en las suyas todo es idealismo y pureza. Y en el día a día todo contradicciones y choques con la realidad. Basta de populismo barato, que aburre. Y nos retrasa. Aún más. 'Jartibles'.