SIN ACRITUD
Es ahora, es hoy
Es el momento de recuperar aquel grito de 'Basta ya' ante la infamia que está perpetrando Pedro Sánchez a todo un país
Decía el pasado domingo Alfonso Guerra a Ignacio Camacho en las páginas de ABC que «entre la idealización del pasado y un excesivo interés respecto al futuro vivimos el presente demasiado comprimido entre el pasado y el futuro». Lo cual, traducido resulta –o al menos así lo interpreto yo– que cuando no estamos rememorando con nostalgia lo que fue es porque estamos preocupados por lo que será. Y mientras, no atendemos a lo que es. A lo que está siendo. Este certero análisis del 'poli malo' del felipismo se puede aplicar a todos los órdenes de la vida. Por supuesto a la política. Y al momento actual de nuestra política. El pasado reciente son más de 40 años de una democracia modélica en casi todo, que únicamente se vio empañada por el terrorismo de ETA, finalmente derrotado por esa misma democracia. Un periodo postfranquista en el que España se modernizó, creció y se consolidó como uno de los mejores países del mundo en muchos aspectos. Un pasado ideal que probablemente no supimos valorar mientras lo disfrutábamos, cuando aun lo podíamos conjugar en presente. Lo dábamos por hecho, era nuestra normalidad. Ahora que ya es pretérito, ahora que vemos como todo aquello se derrumba, estamos lógicamente preocupados por el futuro. Por cómo estaremos cuando acabe, que acabará, esta nefasta etapa política que lidera un Pedro Sánchez que inefablemente nos arrastra a un precipicio desconocido. Rememoramos el pasado y nos inquietamos por el futuro. Olvidándonos una vez más del presente. Del aquí y el ahora. Y este momento, estos días, son vitales para España.
En aquella lucha contra el terrorismo fue clave la reacción de la sociedad ante el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hubo un antes y un después de aquel episodio. Salvando las distancias, estamos sin duda ante el momento en el que España está obligada a reaccionar de una forma similar. Sin mirar ideologías, sin sectarismos ni confrontaciones. Ha llegado el momento de gritar 'Basta ya' de forma unánime. 'Basta ya' de la injusticia de dar todo a los que quieren irse de nuestro país a costa de los que queremos quedarnos. De ceder al chantaje más burdo por un puñado de votos. De tratar de convencernos de que todo es por la paz social y la convivencia cuando no es más que sumas y restas de escaños para gobernar, como bien dice hoy también en estas páginas el que fuera alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, amén de un buen puñado de expolíticos gaditanos de criterio y solvencia más que contrastados como Vargas–Machuca, José Blas Fernández, Antonio Jesús Ruiz, Josefina Junquera, Antonio Morillo, Juan Marín o Aurelio Sánchez.
Las concentraciones convocadas hoy son una excelente oportunidad de mostrar unidad entre la inmensa mayoría de españoles. De lanzar un mensaje unitario en contra de una anmistía a todas luces injusta e interesada. Para ello es vital hacerlo de forma pacífica, aislando y desterrando a cualquier descerebrado violento al que su nivel intelectual no le alcance para darse cuenta de que cada pasamontañas, cada piedra lanzada, cada insulto pronunciado, es aire puro para Pedro Sánchez. La excusa perfecta para escudarse en el discurso de siempre, que si Vox, que si el PP reaccionario, que si la violencia y la madre que los trajo. La única forma de mostrar la repulsa de todo un país al infame acuerdo alcanzado entre Pedro Sánchez y Puigdemont es hacerlo de forma masiva, pero con educación y respeto. Sin siglas. Pese a todo, resulta prácticamente imposible que haya marcha atrás. La investidura es prácticamente un hecho. Pero a los que acudan hoy a todas y cada una de las capitales de España con este espíritu constructivo, al menos les quedará el consuelo de saber que han hecho todo lo que la democracia les permite. Primero en las urnas y después en las calles. En nuestro caso, a las 12.00 en la Plaza de España, símbolo de libertad y constitucionalidad. El resto, los que han decidido apoyar la amnistía por sectarismo o cobardía, que disfruten su 'triunfo' presente. Porque el futuro al que nos abocan es desolador.
Ver comentarios