SIN ACRITUD

Dividió y va venciendo

El objetivo de Pedro Sánchez no es regenerar la democracia; para que ello fuera creíble tendría que reconocer que hay 'malos' en los dos bandos

Ignacio Moreno Bustamante

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Manual de Primero de Psicología: el primer paso para solucionar un problema es aceptarlo. Ejemplo manido: si de verdad quieres dejar el alcohol, antes debes reconocer que eres alcohólico. Obvio. Aplicación práctica para el actual momento político que vive España... ah amigo, eso es ya ... mucho más complejo. Y en esa complejidad tenemos inmerso a nuestro presidente. Pedro Sánchez amaneció el miércoles de la semana pasada hundido en la miseria. Su mujer, el amor, la fachosfera, los bulos... todo se le hizo bola y le explotó la cabeza. En términos figurados, claro está. Cinco días de reposo y vuelta a la casilla de salida. Pero con otra estrategia. Ahora su gran objetivo ya lo tiene claro. No es aprobar los presupuestos, que en teoría para eso le votaron los que le votaron. No. Ni seguir regando con paguitas a todo colectivo susceptible de introducir la papeleta con su nombre en cualquier urna. Jóvenes, dinerito para conciertos. Mayores, dinerito para ir a cine. Mediopensionistas, dinerito para el autobús. Tampoco. Ahora lo que le tiene en estado catatónico, lo que le hace hervir su sangre socialista, son los ataques a la democracia. Por ahí sí que no pasa. Para estar donde está había que dar muchos pasos previos. Y ese camino ya lo recorrió. Había que acercar presos etarras, y los acercó. Había que aprobar una ley que dejaba en la calle a violadores, y la aprobó. Había que indultar a políticos separatistas, y los indultó. Aún queda amnistiarlos, y los amnistiará. En ello está, un par de formalidades más en el Senado y en el Congreso, y listo. Simple cuestión de tiempo. Lo único que le quedaba pendiente a corto plazo era dar un caramelito a su actual socio de Gobierno, al fin y al cabo también Sumar le sostiene ahí. Pues ya lo tiene, adiós al Premio Nacional de Tauromaquia. Con todos estos asuntos encarrilados, a la espera de ver la próxima exigencia de Puigdemont –que será el referéndum, no le quepa la menor duda– ahora puede dedicar su tiempo a su verdadero objetivo: asentar la democracia en España y pasar a la historia como el estadista que nos salvó de vaya usted a saber qué.

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