Dele un carguito

El ministro Bolaños es el vivo ejemplo de político al que se le va la cabeza cuando alcanza un cargo público

Ignacio Moreno Bustamante

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Por miles. Literalmente. Se pueden contar por miles los políticos a los que se les va la cabeza cuando alcanzan un cargo público. Tocan pelo y se convierten en otros. O probablemente sacan su yo real, el que esconden tras una máscara de humildad ... y afabilidad cuando de lo que se trata es de pedir el voto. En Cádiz tenemos ejemplos para dar y regalar. De todos los partidos. De jovenzuelos que comenzaron en Nuevas Generaciones del PP o en las Juventudes Socialistas regalando sonrisas a diestro y siniestro para luego convertirse en auténticos déspotas. En mi profesión se vive bastante cerca de los políticos. Hay compañeros a un lado y al otro de la 'trinchera'. Unos en los medios de comunicación y otros en los gabinetes de prensa. Y como es lógico, las anécdotas corren como la pólvora. Cuando se unen para tomar unas cervezas antiguos jefes de prensa, de gabinete o asesores de comunicación, no dejan títere con cabeza. En realidad alguno sí la conserva, porque también los hay muy dignos. Políticos, me refiero. No ya a la hora de ejercer el poder, que también, sino su liderazgo. Suele decirse que en las distancias cortas los políticos ganan. Lógico, no les queda otra. Buena parte de su trabajo consiste en mantener su imagen. Pero en las muy cortas, en las muy muy cortas, es cuando a muchísimos de ellos se les ven las costuras. Es con sus propios equipos, con sus subordinados, cuando cambian amabilidad por tiranía, eficiencia por mediocridad.

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