Catetos

Los andaluces estamos en una coyuntura ideal para afianzar la marca Andalucía como un todo, no como una sucesión de ciudades y pueblos donde cada uno hace la guerra por su cuenta

Ignacio Moreno Bustamante

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Ahí andan. A la gresca. Málaga y Sevilla. Otra vez. Nada nuevo. Ahora el motivo es un vuelo directo a Nueva York. Lo quería el aeropuerto de Sevilla San Pablo, se lo birló a última hora el de Málaga Pablo Ruiz Picasso. Es la ... eterna disputa, que al resto de andaluces nos aburre como un discurso de Iñigo Errejón. Ahora un hospital para mí, ahora dame un museo, pues yo quiero un centro de negocios. Históricamente la batalla la han ganado siempre los sevillanos, por aquello de la capitalidad y porque en esta región, durante 40 años, ha gobernado un PSOE absolutamente centralista. Lo cual, sin duda, ha cambiado desde que Juanma Moreno llegó a San Telmo, liderando un desembarco de malagueños que en Sevilla no acaban de aceptar. En esas están, con su continuo y cansino tira y afloja, mientras las seis provincias restantes ejercemos de simples observadores que ni cortamos ni pinchamos. Simplemente asistimos a un duelo en el que sabemos positivamente que ninguno saldrá vencedor pero en el que todos somos perdedores. Todos los andaluces. No debería ser tan difícil aparcar esta absurda rivalidad y centrarnos en ir todos de la mano. Desde Huelva hasta Almería. Aunque sea por aquello tan manido de que la unión hace la fuerza.

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