SIN ACRITUD

Buscarme en Carranza

Devolverle al estadio su nombre, al menos parcialmente, es un acto de justicia hacia el club, hacia su historia, hacia el cadismo

Ignacio Moreno Bustamante

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Reconozcámoslo, el pasodoble de Manolo Santander no era lo mismo. Decir «cada rincón cada escalón de mi Nuevo Mirandilla» no llega ni pega. Carranza, con todas sus letras. Infinitamente mejor. Dónde va a parar. Anda todo el rojerío recalcitrante de Cádiz ajusticiando fachas porque el estadio va a recuperar su nombre original. Con pintadas en las paredes y hasta en el portal de la casa de algún periodista. En realidad sólo lo recuperará parcialmente, porque a don Ramón le siguen 'condenando' con su sectarismo revisionista. Pese a que nunca se demostró que fuese un fascista o dejara de serlo. Pero hay gente que suspendía Historia en Primero de BUP y que mágicamente se ha sacado, a la vejez, un doctorado titulado: 'Franquismo: quién fue un facha y quién no'. Del tipo de la cátedra de Begoña Gómez o el doctorado de su marido Pedro Sánchez. O el de Pablo Casado, que a la hora de engordar el currículum lo mismo da ser de derechas que de izquierdas. Carranza es el lugar donde vi jugar a Manolito, a Linares, a los hermanos Mejías y a Bocoya. Donde le ganamos la tanda de penaltis al Málaga, con Szendrei volviéndose loco. Y la promoción al Zaragoza, con Kiko Narváez emergiendo como nueva figura del fútbol. Por cierto, el Zaragoza, nuestro primer rival de este año en Segunda. Veremos a ver. Lo veremos como vimos al Cádiz ganarle 4-0 al Barça con Quevedo en plan killer. Y como vimos a Dertycia calvo perdido. Y a Indio Vázquez con un melenón haciendo gestos obscenos a la grada en un cambio que no le gustó. En Carranza vivimos aquellos Trofeos en los que la gente se colaba como podía. Y el que no, veía los partidos desde la pasarela que cruzaba a Loreto. Por Carranza pasaba el tren del gol antes de que lo soterraran y sonaba El Turronero –el auténtico Turronero– en el descanso; «Si yo me pierdo por Caiii buscarme en el Palillero aay, pero si no me 'encontrái'... pero si no me 'encontrái', estoy en el Mentidero aay, pícara la piconera, estoy en el Mentidero».

Y así seguía cantando hasta que empezaba el segundo tiempo. Hablando de mamelucos, de los majos de Cádiz, que no usaban trabucos, de bombas de los fanfarrones y de los tirabuzones de las gaditanas. De historia pura de nuestra ciudad. Que no se puede contar sin hablar de Ramón de Carranza. Desde luego la historia del cadismo no. El cadismo de Mágico González, de Carmelo Navarro, de Jose González, de Barla y de Quevedo. De Oli, de Armando Ribeiro, Ángel Férez y hasta de Loreto. Que la historia es historia, sobre todo la del Cádiz Club de Fútbol, con sus escasos triunfos y sus muchísimos sinsabores. Una historia cargada de fracasos, de objetivos no cumplidos, que luego han hecho más grandes las alegrías. Porque cuando estás acostumbrado a perder, cualquier mínimo triunfo se disfruta infinitamente más. Jamás en mi vida cambiaría el amarillo por el blanco o el azulgrana. Como no cambiaría ni uno solo de mis recuerdos en los que siempre estuvo presente Carranza. Ya queda menos para volver a llenar cada rincón, cada escalón de mi Carranza. Devolverle su auténtico nombre, sin absurdeces políticas de por medio alentadas por gente que no quiere a su club sino simplemente dar lecciones de moralina, no es más que un acto de justicia. Hacia nosotros mismos. Hacia el cadismo. Si yo me pierdo por Cai, buscarme en el Carranza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación