SIN ACRITUD

Cada año más pobres

El Banco de España ha emitido esta semana un informe que es sencillamente demoledor: los jóvenes españoles hoy tienen la mitad de vivienda en propiedad que sus padres a su edad

Ignacio Moreno Bustamante

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Recurrir al Banco de España para cualquier comparación es muy socorrido. Que se lo digan a Víctor de Aldama cuando Ábalos y Koldo le apretaban para que siguiera regándoles con dinero para señoritas de compañía, pisos de lujo en la Castellana de Madrid o chalés ... aquí en Cádiz. Todo presuntamente. «No soy el Banco de España», les decía como se lo dice cualquier padre a sus hijos cada vez que llega la hora de darles la paga semanal. Ese mismo Banco de España ha emitido esta semana un informe que es absolutamente esclarecedor sobre la evolución de la sociedad española en las últimas décadas. La Encuesta Financiera de las Familias revela un dato demoledor: los jóvenes españoles hoy tienen la mitad de vivienda en propiedad que sus padres a su edad. «Hemo sio engañao», que diría el otro. Los treintañeros de hoy disponen de la mitad del patrimonio inmobiliario que los treintañeros de la época de sus padres. Incluso de la de sus abuelos. Tanto oír hablar del estado del bienestar, del progreso y del futuro y resulta que estamos peor que hace 40 años. Mucho peor. Cualquier joven, cuando empieza a trabajar y logra una mínima estabilidad laboral, lo primero que intenta es independizarse. Comprarse un pisito en el que iniciar su propia vida. Esto, que antes era lo normal, hoy día es sencillamente una quimera. Un sueño imposible. La conjugación de dos factores -salarios bajísimos y precio de la vivienda desorbitado- han convertido en un imposible lo que debería ser lo habitual. A día de hoy, apenas uno de cada cuatro jóvenes ha podido siquiera meterse en una hipoteca. Y la alternativa del alquiler es tan o más complicada como la vivienda en propiedad. Cada año que pasa, más pobres. Todos. Con menor poder adquisitivo. La clase media está desapareciendo y ya hay gente en el umbral de la pobreza pese a cobrar una nómina cada mes. Y pese a que nuestro insigne presidente Sánchez asegura cada vez que tiene oportunidad que la economía española va como una moto. O como un cohete. Será el Challenger, también de la época de nuestros padres, aquel transbordador espacial que se desintegró apenas un minuto después de despegar.

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