Alabado sea el Cádiz Club de Fútbol

Hoy toca emocionarse, disfrutar, animar, sentir, vibrar... hoy toca debut en una nueva temporada en Primera División

Ignacio Moreno Bustamante

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Miércoles pasado. Una de la tarde. Campo del Sur. Un joven conversa con un señor bastante mayor que él: «El Cádiz está pa' que le den por ...». Lo dice mientras lía un cigarro y se acomoda en el poyete. No tiene pinta de haber pisado ... Carranza en su vida y menos aún de haber dado más de dos patadas a un balón. Pero lo afirma con la rotundidad con la que lo haría el mayor de los expertos analistas del balompié nacional. «El Cádiz está pa' que le den por ...». Y el señor mayor asiente mientras trata de atisbar la proa del barco que se hundió esta semana frente a la catedral, entonces aún visible. Se me queda la frase grabada. ¿En serio? ¿Tan mal? Cierto que en el Trofeo la imagen no fue la mejor ante el Atlético de Madrid, pero el martes, frente al Sevilla, mejoró bastante. Y venimos de un final de Liga en el que, pese a salvarnos en el último suspiro, la dinámica era más que aceptable y el equipo compitió muy bien. Me pide el cuerpo girarme y decirle. «Mira chaval –no quillo ni picha, chaval, porque el tono es serio–. Ciento doce años de historia tiene el Cádiz Club de Fútbol. Lo que vienen a ser 1.344 meses. Casi 41.000 días. Con sus noches. Una barbaridad de tiempo. Y desde aquel año 1910 en el que se fundó nuestro club, sólo en quince ocasiones –piénsalo bien muchacho, sólo quince de 41.000– ha estado en disposición de vivir una mañana tan esplendorosa como la que nos espera el domingo. Una mañana que precede al debut de una temporada en Primera División. Alabado sea Mágico. Este domingo juega el Cádiz. Y lo hace en casa. En Carranza. En la máxima categoría. Es un día para disfrutar hasta las cinco y media de la tarde que empieza el partido con la Real Sociedad. De bajar a la playa vestido de amarillo, de dar un paseo vestido de amarillo, de tomar un aperitivo vestido de amarillo, de llevar al niño de la mano vestido de amarillo, de recibir al equipo con bufanda amarilla. Y cuando empiece el encuentro, de animar, aplaudir, sentir, vivir el fútbol. Son tan pocas las veces que hemos tenido la oportunidad de vivir un día como este que no podemos dejarla pasar. Fútbol y nada más. Es un día para los cadistas de verdad. A los demás, a los cenizos como tú, es a los que os pueden ir dando por ahí». Pensé en decirle todo eso, pero me aguanté. Entre otras cosas porque la siguiente frase que le escuché decir, mirando al señor mayor, fue: «No mires más, Juan, que lo que había en ese barco se lo ha 'fumao' Bob Esponja». Y no pude por menos que reirme. Aquel chaval reúne dos de las principales características del gaditano: el derrotismo y el arte. En este caso la primera aplicada al fútbol y la segunda a la vida.

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