Nada que discutir

Los Presupuestos aprobados por el Gobierno mientras se nos presentan como el colmo de la progresividad y la justicia social, mantienen claros aspectos regresivos

Ignacio Marco-Gardoqui

Los Presupuestos aprobados por el Gobierno esta semana se han enviado al Congreso y allí serán aprobados, previa concreción de los habituales intercambios entre votos y concesiones a las nutridas y variadas huestes que apoyan al Ejecutivo. Es el momento en el que los grandes ... intereses particulares se disfrazarán de altos intereses generales. Nacen con la duda de su coherencia cuantitativa, tras la severa reducción de crecimiento prevista por el Banco de España y agravada después por el BBVA. Dos instituciones a las que resulta sencillo denigrar pero cuyas conclusiones suelen ser difíciles de rebatir, entre otras razones porque acostumbran a acertar. No siempre, claro, pero sí más que la media. El crecimiento no es una cuestión menor pues, dicho en plan bruto, viene a ser la base que servirá para cuantificar los ingresos públicos que sostienen todos los gastos. Bueno, todos tampoco, pues dada su amplitud hay una buena parte de ellos que carece de apoyo financiero y hay que buscárselo emitiendo más deuda. Y a esa duda sobre si seguirán cuadrados los Presupuestos al final del ejercicio, como lo están siempre al principio, se suman algunas cuestiones que resultan curiosas.

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