Cuando un amigo se va

Fue allá por 1.990 nos presentaron en la carpa situada en la antigua fábrica de tabaco, hoy en día palacio de congreso, jamás lo olvidaré. Yo ávido por conocerte, tú con interés por saber de mí. Desde entonces, cada vez que coincidíamos hacías siempre ... la misma pregunta «¿cuándo vas a venir conmigo? esquivaba la respuesta como podía y, entre risas, continuábamos. La percepción que me habían dado de tu coro, de tus maneras de trabajar no eran acertadas y debo reconocer que, siendo tan joven aún, me imponías mucho respeto. Pasaron varios años y cuando volviste a preguntar lo mismo de siempre la respuesta fue «El año que viene», y no, no fue así; fue inmediata la incorporación a tu coro. Recibí la llamada que me habías prometido para ir a cantar en semana santa por primera vez en Cádiz la marcha «encarnación coronada» a la virgen de la cigarrera. Desde aquel entonces muchísimos momentos, muchísimos años en los que, tras el coro, el grupo de misas, el grupo «La caleta», múltiples grabaciones, colaboraciones, viajes por toda España, convivencias, risas, llantos, cantes… aprendí que el único modo de ganar es la perseverancia y el trabajo constante. Descubrí tu calidez humana, la de Manoli y la de tus tres maravillosos hijos: Julio, Lucía y María, me abriste las puertas de tu casa tanto física como carnavalescamente hablando y, de un modo u otro puedo decir con orgullo que Julio Pardo Merelo fue mi amigo y tuve el honor de salir con él por muchos años.