columnas sin fuste
Que corra el aire entre poderes
Estarían parando un 'golpe' mientras enjuagan y cuelan otro de rondón en una especie de 'autocontragolpe'
Fueron palabras extraordinarias las del exministro de justicia De la Quadra Salcedo: «Adoptar una medida cautelarísima supone una interferencia de un poder en otro». Interferir, Dios no lo quiera. Qué sería de nosotros si los poderes se enfrentaran y se controlaran. ¡Qué atroz barbaridad! Por ... eso tenía razón Sánchez, a su modo, comentando la resolución del Tribunal Constitucional: «Es una ocasión sin precedentes en 44 años de democracia, sin precedentes en nuestro marco jurídico internacional». Por supuesto, porque el control garantista de un poder sobre otro es una excepcionalidad en España que solo surge del doble incumplimiento de la ley. ¡Solo incumpliendo todos la Constitución se cumple la Constitución! ¡Solo escaqueándose de ella unos y otros se consigue el espejismo de la separación de poderes!
La idea cómica que de ella tienen los partidos es esa: que los poderes (o la apariencia de ellos) no se toquen, no entren en fricción jamás. Eso es separar los poderes, que corra el aire entre ellos: que el legislativo no controle al ejecutivo y que, a su vez, no sea controlado por el judicial.¡Chúpate esa, Montesquieu! Que hay mucho paripé lo intuimos porque aquí nadie dice «sepagasión de puvuá», que sería la forma de saber que los pedantes van en serio.
Lo que sucede ahora por tanto no altera mucho lo que ya había en materia de 'poderes'. Lo que se altera es la cortesía institucional, las formas y prelaciones, y eso lo enseña Pedro Sánchez, árbitro de las nuevas maneras, cuando camina junto al Rey y le precede como Messi a sus compañeros entrando al campo. Sánchez es Messi y el Rey es apenas Rodrigo de Paul. Sabemos que hay algo intencionado porque Pedro Sánchez no camina así con otros jefes de Estado: no camina así con Macron, ni con Von der Leyen, ni caminaba así con la Merkel. Con ellos, Sánchez sonríe de otra forma, como un yerno en casa de los suegros. La escandalera de estos días ya ha producido algo notable. El PSOE y sus socios se hiperlegitiman por el simple hecho de acatar. Igual que ETA recibe algo por no matar, el PSOE y ERC ya presumen de 'sentido de Estado', un nuevo 'sentidiño', que diría Feijóo, para legitimar sus reformas de la malversación y la sedición sin renunciar a hacer su voluntad con el TC.
Es extraordinario. Sánchez hablaba ayer de «momentos de incertidumbre», de «mantener la serenidad», le aplicaba a la oposición el discurso y tono que el Rey utilizó para el referéndum catalán. O sea, cumplen su pacto con aquellos golpistas apropiándose de la retórica de Felipe VI y del sentido de Estado. ¡Extrema genialidad! ¡Inversión de acróbata! ¡Giro de la tortilla de 2017! Estarían parando un 'golpe' mientras enjuagan y cuelan otro de rondón en una especie de 'autocontragolpe', valga la expresión, y todo con el silencio bruselense y la próxima aquiescencia de los del Estado de Derecho, que ya poco podrán objetar escuchado el TC.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete