OPINIÓN
Hagamos que sea posible
Deberíamos insistir, aunque esto es algo que los políticos deberían llevar por bandera, en ofrecer nuestra idiosincrasia, empaquetarla y venderla como un producto de consumo
A lo largo de los últimos meses, he reflexionado mucho sobre la identidad, sobre ese conjunto de cosas que nos hacen sentirnos parte de un lugar, que nos arraigan a un pueblo específico y nos definen como seres humanos. Creo que es difícil desprenderse de ... todo eso, renunciar a lo que somos simplemente porque en algún momento sentimos que no encajamos. En este mundo globalizado y uniformado, me parece que destacar aquello que nos hace únicos puede convertirse en una especie de revolución.
Cualquiera que visite la bahía de Cádiz, la provincia, y venga con una mente abierta y dispuesta a recibir lo mejor, acaba queriendo ser gaditano. De las experiencias positivas se llevan un chute de endorfinas que les deja un recuerdo inolvidable. Hay mucha gente, no sé cuánta, que se marcha de Cádiz con el deseo de ser gaditano. Y eso, sin duda, es una realidad.
Me molesta profundamente toda esa gente que destruye cualquier iniciativa basada en la demanda genuina de quienes vienen de fuera. El turismo masivo no es, probablemente, la mejor manera de mostrar nuestras fortalezas al mundo, porque hay una mayoría que no viene precisamente con el interés de conocer nuestra esencia.
Ya en los años 90 sufrimos, de la mano de políticas turísticas aliadas con grandes operadores, aquel mantra de que España podía ofrecer «turismo de sol y playa de calidad». Lo hemos ofrecido, claro, y seguimos intensificándolo, pero ¿y qué? ¿No hay más que rascar?
Aferrarse al mantra, a lo rígido y lo conservador, no es la mejor estrategia para la innovación, que debería ser el motor que impulsa los sueños de cualquier emprendedor y de una comunidad que se suma al cambio.
Cada vez que hablo con mis amigos y colaboradores sobre vender experiencias a los visitantes, ofrecerles libros y cultura, parece que estoy mezclando peras con manzanas, como si desde ahí no pudiera surgir algo que se aleje de lo habitual y trillado.
Deberíamos insistir, aunque esto es algo que los políticos deberían llevar por bandera, en ofrecer nuestra idiosincrasia, empaquetarla y venderla como un producto de consumo en cualquier ámbito creativo, lejos de lo común y manido.
Se dice que la provincia es un punto de aterrizaje importante para productoras de cine que buscan nuestros días soleados para ahorrar en producción. Nuestra cultura se consume masivamente fuera de Cádiz, y aun así, nos cuesta renunciar al mantra y superar el complejo de inferioridad que ha caracterizado siempre, no solo a los gaditanos, sino a todos los andaluces.
Hubo un eslogan que hizo historia, de una reconocida marca que no mencionaré aquí, y que decía algo así: «Solo hazlo».