Tribuna Libre
Reflexiones sobre el terremoto de Portugal
Si el terremoto del pasado 26 de agosto hubiese sido solo de un grado y medio más, se hubiera tenido que activar un plan de emergencia para el que la mayor parte de los municipios costeros de Cádiz no están preparados
Este verano, en pleno mes de agosto, se me pasó por la cabeza volver a escribir sobre los tsunamis (sería ya mi artículo número 21 en el periódico), preguntando cómo sería la reacción de los alcaldes de los municipios costeros del Golfo de Cádiz, si ... el Instituto Geográfico Nacional (IGN) hubiera detectado en pleno mes de agosto, a las 12h, por ejemplo, un terremoto submarino, de los que se presentan con relativa frecuencia y poca importancia, al sur de Portugal, pero esta vez mayor de 7,0 grados. Esta magnitud del terremoto hubiera hecho que el Sistema Nacional de Alerta por Maremotos (SINAM), perteneciente al IGN, emitiera los primeros mensajes automáticos en menos de cinco minutos, en los que figurarían los potenciales puntos de impacto y tiempos de arribo del maremoto a la costa. Lógicamente en los minutos siguientes, el SINAM iría emitiendo boletines actualizados, con confirmación o cancelaciones, según fuera el caso. Hay que resaltar que la Red Sísmica Nacional es la que proporciona los datos y los cálculos al SINAM, basado todo ello en unas matrices de decisión y una base de datos con miles de escenarios previsibles, combinado inmediatamente con las simulaciones numéricas aportadas en tiempo real por el proyecto EDANYA, de la Universidad de Málaga, y la información procedente de la red de mareógrafos de Puertos del Estado (REDMAR), del Instituto Español de Oceanografía y de los países limítrofes.
La hipotética situación hubiera sido más o menos así: dicho aviso llegaría por correo electrónico al Centro de Coordinación de Emergencias 112 (CECEM-112 Andalucía) y, a partir de ahí, se tendría que poner en marcha el Plan de Emergencia ante el Riesgo de Maremotos de Andalucía, que se aprobó en junio de 2023 y que se presentó en la Playa de la Puntilla, en El Puerto de Santa María, por el consejero de presidencia Antonio Sanz. Sabemos, además, por dicho plan, que se dispondría en general de entre 45 a 60 minutos para la llegada de las primeras olas y durante ese tiempo se deberían tener adoptadas las medidas de actuación oportunas para la protección de la población.
Me imagino la tensión de los técnicos de protección civil que estuvieran de guardia ese día, tanto del CECEM-112 como de los respectivos ayuntamientos (a los que se les habría avisado), para poner en marcha, en esa mañana del mes de agosto, algún tipo de medida «improvisada» ante esa angustiosa situación, habida cuenta de que sólo contaban con las directrices generales especificadas en el plan de emergencias andaluz antes citado. Un plan muy trabajado y muy meritorio por ser el primero desarrollado en España, pero que necesita, como es lógico, la aplicación específica y práctica para cada uno de sus municipios costeros de características bien diferenciadas en cuanto al comportamiento de su frente litoral ante la llegada de tan 'extraño' y alarmante fenómeno natural. Esto es algo que se contempla en los llamados Planes de Actuación Local (PAL), que todos los ayuntamientos, obligatoriamente, deberían haber desarrollado (o al menos iniciado).
El susto de los respectivos alcaldes al recibir la noticia seguro que también habría sido importante. El de Cádiz, a lo mejor pensaría: «Qué lástima que no hubiéramos empezado antes, concretando, ya de forma práctica, las zonas de evacuación, y otras medidas. Sobre todo, teniendo en cuenta que ya hemos trabajado en la materia con nuestro especialista en protección civil, que lleva ya muchos años insistiendo en ello… sin que se le haya hecho mucho caso, por cierto. Y ahora qué hacemos: ¿evacuamos la Caleta, la Victoria y Santa María del Mar?, ¿avisamos con los altavoces de las playas y que suban a las zonas altas?, ¿cortamos la salida de los dos puentes? Al final, el plan de evacuación de mi antecesor, el Kichi, y que se hizo viral en una de las chirigotas de los ilegales de Cádiz, consistente en salir al balcón del ayuntamiento y gritar 'M… el último', a lo mejor hubiera funcionado» –pensaría con cierta sorna para sus adentros–.
Si pasamos revista a El Puerto de Santa María (en donde vivo), su alcalde, con buen criterio, pero asustado, buscaría al consejero de presidencia, que veranea allí, y le diría: «¿Qué hacemos, Antonio?, ¿no está operativo el plan que presentaste?, ¿cómo evacuamos a la gente a sitios seguros?» –con la cantidad de madrileños que hay, que no saben siquiera que aquí hubo un maremoto el día de 'Tosantos' en 1755–, pensaría para sus adentros.
El alcalde de Chiclana, con sus playas abarrotadas, lo mismo se lamentaría: «¿para qué diría yo en el periódico que Chiclana disponía de un plan de emergencias ante maremotos? ¿Qué hacemos ahora?».
Y así podríamos ir pasando revista a todos los alcaldes de los municipios costeros. Vaya por delante que los tres alcaldes citados en este artículo, con los que personalmente tengo además buena relación, lo son a título meramente descriptivo del problema presentado, y por representar a tres municipios de la Bahía de Cádiz con altísima ocupación turística de sus playas en verano, no porque hubieran realizado algo especialmente diferente del resto de los otros regidores en cuanto al desarrollo de la normativa exigida respecto a los Planes de Actuación Local ante maremotos.
De todos los municipios costeros, el único que estaría preparado sería el de Chipiona, que hace solo unos meses consiguió ser reconocido por la UNESCO con el programa 'TsunamiReady', tras superar los programas de preparación que había ido realizando desde 2020 de la mano del prestigioso centro IH-Cantabria. Ello fue complementado con su correspondiente Plan de Actuación Local que fue finalizado hace poco tras su exposición pública, siendo este el único PAL presentado hasta el momento a la Junta de Andalucía. En este municipio pueden verse las rutas de evacuación señalizadas, generadas por los mapas de inundación (algo de gran complejidad técnica), marcándose los puntos de concentración y refugio tras haberse realizado diferentes simulacros con distintos grupos de población, así como en los colegios. El sistema dispone, asimismo, de una sirena para ser activada por una persona específicamente designada para ello.
Para ir finalizando, les diré que sí que hubo un terremoto el 26 de agosto al sur de Portugal, a 19 Km de profundidad, y que no fue al mediodía, sino sobre las seis de la mañana. El primer cálculo automático fue de 5,5 grados, lo que provocó que el SINAM emitiese un mensaje de INFORMACIÓN, que significa que no se espera que se genere un maremoto. De haberse estimado en un grado y medio más se hubiera desencadenado toda la 'historieta' que les he expuesto de forma inventada, pero con relativo trasfondo real (aunque hubiera sido muy temprano, con las playas desiertas, como única cosa positiva).
Conviene ser conscientes de la peligrosidad potencial de los maremotos frente a los oleajes que estamos acostumbrados a ver. Así, un tsunami 'pequeño' de solo dos metros de altura, a 10 metros de profundidad, podría llevar acompañado una masa de agua por encima del nivel del mar de unos dos kilómetros de longitud, mientras que en una ola 'normal', la longitud de onda (distancia entre dos crestas consecutivas de la ola), podría ser de solo unos cien metros. Un tsunami es una ola que produce una gran inundación con un remonte enorme sobre el borde marítimo, muchísimo mayor que el de un oleaje. Basta ver el escalofriante vídeo del tsunami de Japón, con las sirenas anunciándolo, en donde se ve el fondo de un estuario sin observarse la entrada de ninguna gran ola. Conforme avanza el video se nota cómo el mar va elevándose uniformemente hasta que sobrepasa el nivel del muro, con el consiguiente efecto catastrófico. No hace falta, por tanto, que haya olas de 10 o 15 metros (¡que las hubo en Japón!)
Disponemos pues de solo un año para que los distintos ayuntamientos se 'pongan las pilas' y presenten ya sus obligados Planes de Actuación Local, antes del próximo verano, cuando nuestras bonitas playas estarán nuevamente abarrotadas de gente. Recuerden que las ondas de los tsunamis, aparte de ser circulares y avanzar en todas direcciones, no distinguen de colores políticos y se pueden presentar cualquier día y a cualquier hora. Como les digo a mis alumnos al acabar las clases: ¡A trabajar!
-Gregorio Gómez Pina es Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
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