editorial
Un Gobierno fracturado
Que la pugna entre PSOE y Podemos por la 'ley del sí es sí' no se salde con la voladura del Gobierno no quiere decir que, en efecto, no esté en una guerra abierta contra sí mismo
La coalición de gobierno no se ha roto, ni hay visos de que eso vaya a ocurrir a corto plazo porque las afirmaciones públicas de miembros del PSOE y de Podemos en los últimos días así parecen corroborarlo. No obstante, la escenificación de la profunda fractura que se ha producido en la coalición a cuenta de la reforma de la ley del 'solo sí es sí' abre un nuevo escenario político, incierto para los dos partidos. El Grupo Socialista en el Congreso registró ayer al fin la proposición de ley urgente para revertir muchos de los efectos de la norma impulsada por Irene Montero, que de momento se ha saldado con la rebaja de penas a más de 400 agresores sexuales y la excarcelación de una treintena de ellos. Por tanto, se ha generado una alarma social creciente que ha forzado al PSOE a rectificar y lo ha puesto en guardia ante una previsible caída del voto en las elecciones.
La gran diferencia entre este episodio y otros anteriores, en los que PSOE y Podemos discreparon a la hora de proponer reformas legales, es que por primera vez en la legislatura los dos socios de coalición pueden votar de manera diferente, algo inédito en tres años y medio. De un modo o de otro, y cediendo la mayor parte de las veces ante Podemos, Pedro Sánchez iba sacando adelante sus reformas. Pero ahora, en el caso de la ley del 'solo sí es sí', va a ser mucho más complicado. Primero, porque Irene Montero y Podemos se han enrocado en su tesis de que la ley no necesita las correcciones que sí ha ordenado Sánchez, y porque han acusado al PSOE de «regresar» a aspectos del Código Penal anterior que desnaturalizan la figura del 'consentimiento', algo que el PSOE niega taxativamente. Segundo, porque aunque desde ahora se abrirá un plazo de presentación de enmiendas, las posiciones de partida entre unos y otros para poder pactar son muy distantes. Y tercero, porque si Podemos y los demás socios de Sánchez le fallasen, la reforma legal solo podría salir adelante con los votos del Partido Popular, que los ha ofrecido en primera instancia para frenar cuanto antes tanto privilegio sobrevenido para los agresores sexuales. Lo paradójico para la parte socialista del Ejecutivo es que sería el principal partido de la oposición quien facilitase la gobernabilidad y, por el contrario, serían los propios miembros del Gobierno declarados en rebeldía los que la dificultarían. Y todo ello, sin que ni un solo ministro de Podemos dimita ni Sánchez los destituya, lo cual añade un plus de anomalía a esta dinámica dentro del Ejecutivo.
Rectificar la ley del 'solo sí es sí' se ha convertido en una necesidad porque a la vista están sus consecuencias jurídicas. Pero puede no ser ésta la única ley en la que PSOE y Podemos disientan seriamente. De hecho, antes de conocer cómo quedará redactada esa reforma al final, PSOE y Podemos afrontarán una votación relevante el próximo jueves, sobre la llamada 'ley de bienestar animal', y las tesis de ambos siguen muy enfrentadas, sobre todo por el tratamiento legal que debe dispensarse a los perros de caza. Hay comunidades autónomas socialistas que han criticado con dureza el texto elaborado por el departamento de Ione Belarra por sus muchas incoherencias normativas. Lo cierto es que nunca antes la coalición se había degradado tanto, y tan rápidamente, porque nunca hasta ahora Sánchez había reconocido con tanta claridad que la ley del 'solo sí es sí' funciona de un modo deficiente. Que la pugna entre PSOE y Podemos no se salde con la voladura del Gobierno no quiere decir que, en efecto, el Ejecutivo no esté en una guerra abierta contra sí mismo.