Tribuna Libre
Diez
Hace diez años que nos dejó una persona diez. Ese día, la comunidad flamenca mundial se quedó, de repente, huérfana. Se nos fue Paco
Paco de Lucía, investido 'honoris causa' por la Universidad de Cádiz
En el ámbito académico, el diez es algo más que un número. Es una cifra redonda que mide aritméticamente la perfección. Más, imposible. Significa el techo. La aspiración máxima. Pues bien, hace hoy diez años que nos dejó un artista diez: inimitable, insuperable, incuestionable. Un ... músico excepcional, un creador sin límites, un compositor sin parangón, un intérprete que habitaba con naturalidad en la cima del virtuosismo.
Hace diez años que nos dejó una persona diez. Ese día, la comunidad flamenca mundial se quedó, de repente, huérfana. Se nos fue Paco. Y decir Paco en el flamenco, a secas, sin más epítetos ni asideros descriptivos, es referirnos a Paco de Lucía. El genio que dio luz a la guitarra flamenca. El músico universal. El Mozart de la bajañí. Ese niño enjuto de Algeciras (hijo de Antonio Sánchez, de Lucía Gomes y de la posguerra), que se hizo enorme y que paseó el elemento más sublime de nuestro patrimonio cultural y musical (el flamenco) por los cinco continentes, sin miedos, sin recelos, sin altiveces, sin supremacía intelectual, sin menoscabos, de tú a tú, con humildad e introspección, sin ser exactamente consciente de la inmensidad y la trascendencia de su obra descomunal. Como Juan Ramón, era de raíces y alas, para que las alas de la creación sin imposturas ni ortodoxias mal entendidas arraigaran y las raíces de la tradición flamenca (en donde fundamentaba los cimientos de su magisterio) volarán en cada escenario, en cada disco, en cada falseta.
Esa ha sido su herencia, su legado, que estos días ha sobrevolado episódicamente el Carnegie Hall neoyorquino, pero que lleva inoculado al arte flamenco desde que comenzó a convulsionar su música, trastocando sus cimientos y su evolución hacia un nivel de creación y ejecución donde los guitarristas coetáneos y las nuevas generaciones de creadores e intérpretes han aceptado unánimemente el influjo de su obra.
Y éste es un punto nada baladí. En el universo del flamenco, siempre tan diverso, dividido y sometido a cuestionamiento crítico permanente, pocos temas concitan unanimidad. Y en torno a Paco, la hay. No se cuestiona ni su figura ni la magnitud de su obra (enorme en cuanto a su tamaño y su excelencia), que hoy se estudia en conservatorios y universidades y que es una referencia de la mejor música española de todos los tiempos. Basta un botón de muestra para refrendarlo. Sólo en el marco del Máster en Investigación y Análisis del Flamenco (primer título oficial de máster universitario de España centrado en exclusiva en el estudio del flamenco que, coordinado por la UCA, cuenta con la participación también de las universidades de Córdoba, Granada, Huelva, Málaga y Pablo de Olavide) se han leído ya media docena de trabajos fin de máster vinculados al estudio de la obra de Paco de Lucía. Ningún artista flamenco ha concitado tanto magnetismo para la comunidad científica. Su obra es un maná para los oídos… y para el estudio. Es la mejor forma para que su música, además de reconocida, sea más profundamente conocida, viajando, con el bisturí y el rigor del método científico, a las interioridades de su análisis.
Hoy es día (solo en parte) para mirar atrás, para transitar con mesura por el deleite de la enorme discografÍa de Paco, para que la triste efeméride del décimo aniversario de su pérdida no nos ofusque, ni nos paralice, ni nos detenga. El recuerdo es inane si no se traduce en estímulo y, en este caso, revierte su influjo hacia un horizonte de proporciones mayúsculas. Impulsados por la emoción de su recuerdo y, sobre todo, por la incontenible sugestión de su guitarra, ponemos la mirada rumbo al futuro, que no sería el mismo sin él, sin su inconmensurable aportación a la música. Una realidad que no pasó desapercibida, pues recibió en vida numerosas distinciones y premios que testimonian la consideración y la gratitud por la inmensidad de su trabajo, entre ellos, el Príncipe de Asturias de la Artes o el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cádiz.
El legado de Paco sigue inmensamente vivo 10 años después. Su secuela es reconocible en artistas y aficionados a la música del flamenco y al resto de músicas del mundo, que lo escuchan, lo admiran y lo estudian. Gracias por dejarnos tantas cositas buenas. Tan buenas que alcanzan hoy esa vigencia inmune al paso del tiempo solo al alcance de los elegidos, de artistas y personas diez… como Paco.
*Francisco Perujo Serrano
Profesor de la Universidad de Cádiz y coordinador del Máster en Investigación y Análisis del Flamenco
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