Romanones «in memoriam» histórica

Se ha dicho que esta bendita tierra del sur lo dejó literalmente en «bragas»

Fernando Sicre

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El clientelismo político fundado en la capacidad de obtener beneficios del uso de la Administración pública para fines diversos público-privados, es un hecho incuestionable. Y Melilla se postula como «honoris cum fraude» en esto de defraudar en las urnas, comprando el voto por correo. ... Sólo que en este caso el moro está por medio. Rabat y su sátrapa el «mohamed» trata de asegurarse (eso dicen) la presencia del partido musulmán Coalición por Melilla en el gobierno de la ciudad autónoma, para aumentar su influencia en este enclave. En la antigüedad era denominada Russadir, cuando era un enclave greco-fenicio. Desde el 17 de septiembre de 1497, al grito de ¡Melilla por Fernando e Isabel!, pasa la Ciudad a pertenecer a la corona hispánica. Desde entonces es española. Parte indisoluble de la unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. No es el único caso de intento de colonización marroquí. Los antecedentes de Dina Bousselham así lo atestiguan. Esta, fue número 2 del partido marroquí Autenticidad y Modernidad (PAM), en Francia. La hicieron «asistente» de PODEMOS en la UE. En Marruecos, el PAM es conocido como «el partido de los amigos del Rey». No confundan el PAM, con Pam, Ángela Rodríguez secretaria de Estado de Igualdad, quien anunció en su toma de posesión que se avecinaba una batalla dura con la población masculina: «desde los tipos de bragas a la menstruación patriarcal». Y entre tanto, a la mujer de Pedro y Antonio, le robaron el móvil en Marruecos, como no. No hay poligamia que valga. Son dos en uno. Es la dualidad del ser utilizada por Aristóteles para el análisis del conocimiento, fundamentándolo en la lógica proposicional. Luego, los servicios secretos marroquíes hackearon el móvil de «cum fraude» por excelencia. Melilla es un mero neófito ante el desafío de arrebatarle el título a «Snchz». Ese título, así calificado significa «por causa de honor», una cualidad que conduce a uno al cumplimiento de sus deberes, respeto a sus semejantes y a sí mismo, es la buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones de servicio. Ni al presidente del gobierno, ni a Mustafá Aberchán, ni a Dina, ni a Pam le podrían dar un doctorado honoris causa, porque simplemente no cumplen un solo requisito de los que los harían acreedores de dicha mención honorífica.

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