OPINIÓN
Pensiones, salarios y productividad
Es el mercado y no otras instancias, quien debe determinar el precio/coste imputado a cualquiera de los factores de la producción, incluido el salario
La semana pasada firmaron los llamados interlocutores sociales y el gobierno un nuevo pacto de pensiones a modo de remedo para apuntalar un régimen quebrado, sostenido por el Estado a través de prestamos y trasferencias del Estado. El déficit del sistema de pensiones supera al ... del conjunto de las administraciones públicas. Fedea calcula que los números rojos de la Seguridad Social contando solo la parte contributiva del sistema ascendieron a casi 56.000 millones de euros en 2023, lo que equivale a 3,8 puntos de PIB, algo superior al déficit con el que cerraron las administraciones públicas (3,7%). El régimen financiero de reparto del sistema de pensiones español, presenta disfunciones insalvables desde 2011, cuando ZP quebró el sistema financiero público, colapsó la economía, disparó el déficit público y tuvo que congelar las pensiones, amén de reducir los sueldos de la Función Pública. Lo digo para refrescar las mentes poco claras (nada preclaras) de muchos votantes socialistas. Su periplo gubernamental supuso el inicio del fin socialdemócrata y el inicio del abrazo al socialismo del siglo XXI, hoy consolidado con las políticas de «Snchz», gobernando según los dictados económico-dogmático del Grupo de Puebla. Ni bambi (como lo llamaba Guerra), ni «el doctor honoris cum fraude» merecedor de tal apodo por sus hechos y obras, se ha alejado conscientemente del credo liberal de las democracias occidentales, optando por políticas contrarias al entramado institucional que debiera actuar a modo de contrapesos del poder, habiendo cooptado las mismas con una nefasta política de nombramientos. Ambos mandamases socialistas me recuerdan a Nerón y Calígula, este último quiso nombrar cónsul y sacerdote a su caballo «Incitato». También los comparo con los Papas de la Edad Media que, daban preferencias a sus «hijos» y demás familiares y amigos para que ocuparan todo el aparato de poder. Ya advirtió Aristóteles refiriéndose a esa mala praxis nepótica, condenándolo como algo malo e imprudente, en las antípodas de los principios de mérito y capacidad. Su última tropelía, la realmente llamada «degeneración democrática» que afecta directamente a los principios troncales de las democracias liberales, supone contravenir el régimen de derechos y libertades, incluidos aquellos de dimensión económica.
Sistema de pensiones. «Snchz» engatusó, mejor dicho, mintió como un bellaco, lo que es habitual en él, para acceder al poder en la moción de censura, advirtiendo dos cosas en su programa: la derogación del factor de sostenibilidad y el índice de revalorización. Éste último lo pactó quitar el PP con el PNV una semana antes de la moción de censura. La siguiente semana el PNV apoyaba nuevamente la derogación de este índice, ahora en apoyo del PSOE, porque así lo exigían los vasos «los lunes al sol» y asumir la moción. Si Uds. observan el acuerdo suscrito ahora, se premia el retraso de la edad de la jubilación, produciéndose un efecto similar al del factor de sostenibilidad, que fue vilipendiado por los sindicatos y por la izquierda. «Snchz» vende el acuerdo llamándolo «para facilitar el acceso a una pensión digna para miles de ciudadanos». Pues bien, el acuerdo es un simple parche basado en una huida hacia adelante, conocedores todos los firmantes del estado calamitoso y disfuncional en lo económico (similar a la quiebra en el mundo empresarial), si nos atenemos a las fuentes ordinarias de financiación del sistema (cotizaciones de los sujetos obligados). Desde el año 1985 (Ley 26/1985), era por todos conocidos la inviabilidad del sistema y su gestión, preponderando en exclusiva en la practica el régimen de reparto (lo que se ingresa cada año, se gasta). Otros países, como Suecia, donde los sindicatos y patronales son bastantes más serios y coherentes, reformaron en su integridad allá en los 90 un sistema bastante parecido. Ahora su sistema es sostenible y el nuestro absolutamente insostenible. Los ingresos a la caja del sistema, consistentes en las cotizaciones de los sujetos obligados, son claramente insuficientes. El gasto ascendió en 2023 a 190.684 millones €, de los que 55.000 millones provienen de fuera del sistema (déficit de un 30%, lo que a su vez representa 3,8% del PIB). Además de no someterse a la disciplina fiscal el gobierno (reducción del gasto), se ha optado por las subidas de impuestos para asumir el servicio de la deuda (cantidad de efectivo necesaria para pagar el capital y los intereses de la deuda pública). El efecto directo es una reducción en la renta disponible de los ciudadanos, que nos vamos empobreciendo. Según el informe EAPN-ES, el 12 % de la población española, 5 millones de personas, vivían en pobreza severa en 2023. La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social AROPE, en la infancia se ha incrementado en 1,7 puntos, pasando del 32,2 % en el año 2022 a un 33,9 % en el año 2023. Estos son los datos que ofrece España gobernada por la izquierda.
Salario. El que trabaja (trabajador) dice que cobra poco y el que paga (empresario) dice que paga mucho. Como el contrato de trabajo es cosa de dos, ambos acordarán un precio de equilibrio que remunere el trabajo prestado. Ese acuerdo o punto de equilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo, determinará el salario o precio remuneratorio del factor de producción «trabajo». Es el mercado y no otras instancias, quien debe determinar el precio/coste imputado a cualquiera de los factores de la producción, incluido el salario. En una decisión que atenta a la ortodoxia económica, el gobierno ha subido repetidas veces el SMI desde 2018. Una subida del 54%. Además, desde 2018 se observa otro problema, la negociación colectiva ha quedado absorbida por el área de influencia del SMI. Lo que afecta ya a varios millones de trabajadores. Es decir, en aquellos sectores con menos valor añadido, el SMI ha absorbido las cuantías de los salarios, hasta ahora fijados en convenios colectivos. Progresar, los principios de mérito y capacidad devienen imposible ahora. Imagínense que una persona que no acredita capacitación alguna para el ejercicio de una profesión va a percibir una misma remuneración que un oficial 1ª en ese sector, por mor de las subidas políticas del SMI que, ha igualado las masas salariales de un gran número de categorías profesionales. El sistema salarial impuesto ha hecho desaparecer las carreras profesionales, por haberse igualado las masas salariales de esas categorías profesionales. El salario es el precio de un factor de producción. Su determinación no puede atribuirse a una decisión política. El Estado debiera intervenir a través del sistema fiscal, adoptando mejoras gananciales de rentas, pero nunca haciéndolo directamente con la determinación del precio que supone el salario. El salario es el precio del trabajo, nunca una prestación pública derivada del trabajo. Lo que nos ha llevado a que el salario medio español, roza el umbral del SMI. En aquellas zonas del territorio español donde el salario medio se ha visto absorbido por las subidas del SMI, el problema se ha agudizado por los desequilibrios económicos provocados, generando mayor desempleo (con seguridad, si tomamos como referencia el número de horas trabajadas y no el dato manejado por las instancias públicas, que sólo recoge el número de trabajadores desempleados o en su caso de alta, no discriminando los fijos discontinuos o el trabajo a tiempo parcial).
Productividad. La explicación de las diferencias abismales entre el nivel de vida en los países desarrollados y los que no lo son, puede sintetizarse en el concepto «productividad». La «productividad» como la cantidad de bienes y servicios que puede producir un trabajador en cada hora de trabajo y de la asimilación de dos conceptos: la renta de una economía es su producción. De tal forma que un país puede disfrutar de un elevado nivel de vida únicamente, si puede producir una gran cantidad de bienes y servicios. Debemos ser realista. Por los más jóvenes y los más mayores, todos los demás debemos trabajar más, para que España siga en pie. España precisa una economía competitiva, sólo posible cuando el factor de producción «trabajo» es productivo. Posiblemente, en estos últimos cuatro años, toda la legislación, en todos los ámbitos del «ordenamiento», ha ido en la dirección contraria. Nuestra productividad cae y la insostenibilidad económica de la estructura del Estado y del sistema de Seguridad Social, imposibilitan vivir conforme a un presupuesto público racional. La reducción del tiempo de trabajo y las subidas salariales por imposición legislativa, son contrarias a la dinámica natural del concepto en liza. Otra cosa es su pacto convencional.