Opinión

Patológicamente ideologizada

En España nunca se llegó a inocular el «virus» del mercado, las empresas y la iniciativa privada y así nos va

Fernando Sicre

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En España nunca se llegó a inocular el «virus» del mercado, las empresas y la iniciativa privada y así nos va. Y, sin embargo, quizás por precaución y por el temor reverencial del hombre de izquierda a la libertad de sus congéneres, ha fabricado la ... vacuna pública, de lo público, por lo público y para lo público. Decía una antigua ministra de sanidad socialista, asturiana ella que, «pretender una sociedad más igualitaria no es un capricho ni solo un apriorismo ideológico, que lo es y tiene un componente ideológico importante…». Combatir la desigualdad limitando, ahogando, impidiendo la libertad del hombre, es un grave error, fundamentado en el apriorismo ideológico de la izquierda social-comunista instalada desde hace tiempo en nuestro país. Pasado el tiempo de pandemia, podemos aseverar sin ningún temor a equívocos que, una vez más lo privado salvó al mundo del desastre. El hombre, su actividad y el riesgo asumido en las empresas por él gestionadas, dieron con la solución. Pfizer y BioNTech, y otras más, todas ellas empresas privadas gestionadas por el hombre, propiedad de los hombres, alejadas de las malas praxis público-administrativas, dieron con la solución de las vacunas, que han permitido poner fin a la pandemia. Una «Joint Venture» de ambas para el desarrollo de la vacuna, ha sido el catalizador que fundamenta una vez más, la intervención de empresas privadas como motor del desarrollo en general, en aras al iteres general, porque el mercado marca, determina y pretende la consecución del interés de todos. Una vacuna contra el virus del Covid y contra otro ideologizado que patologiza el pensamiento de algunos. La solución del problema sanitario contra el Covid vino de la mano y sigue haciéndolo, de la colaboración de dos empresas privadas que salvó al mundo del desastre. Empresas de ambos márgenes del Atlántico. El mundo occidental ganó la batalla como ya ocurrió en 1989, con la caída del Muro de Berlín. En 1991 caía la URSS y con ella el comunismo, como ideología deleznable, no apta para un mundo mejor. Y aún así, las antiguas mareas blancas, ahora reconvertida en todo un teatro de títeres, cuyos hilos mueve «Médica y Madre» (Mónica García), cuyos muñecos de guiñol erigidos en sus actores, son el Colegio de Médicos de Madrid, el sindicato Amyts y determinadas asociaciones del sector que condenan la gestión de la asistencia sanitaria gestionada por la comunidad de Madrid, por presunta privatización de determinados servicios.

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