OPINIÓN
Lo más es lo menos
El lenguaje es capaz de incendiar la imaginación y jalear nuestras emociones. Las palabras no solo describen la realidad que nos circunda, también nos ayuda a conformar lo que vemos y conocemos. De ahí que se diga que el lenguaje ayuda a crear el mundo
Séneca fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moral. Destacó como intelectual y fue uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados. Pasó a la historia como uno de los máximos representantes del estoicismo. Lo único que ... lo asemeja a la portavoz del gobierno y ministra de educación es que fue un político. Todo lo demás es lo de menos para la «portacoz» del gobierno: «producieron» en vez de produjeron; las sentencias del Supremo crean «jurisdisprudencia»; Contundencia cero…Miro su «currículum vitae» y lo entiendo. Dice el refrán «que no se le pueden pedir peras al olmo». Sólo algo más currículo que Cerdán, lo que no es nada difícil. Este, además de cortito, como tantos otros de los que se rodean a «Snchz», miente hasta cuando se esfuerza en decir la verdad: reconoció que el PSOE llevaba hablando con Junts… desde marzo, antes de las elecciones municipales y autonómicas y las generales. Entre tanto, aseguraba a los españoles que no iba a haber amnistía a los delincuentes del procés porque eso era inconstitucional. La última del lote, que superará por los pelos el listón de «jurista de reconocido prestigio» es la egabrense Calvo, aunque yo tengo mis dudas que creo son razonables. Su antecesora, otrora ministra de Trabajo, para lo cual no se exigen conocimientos, va caminito a casita después de decirle el Supremo que no tiene un expediente académico acorde con el puesto que desarrollaba como presidenta del Consejo de Estado. Parece como si el conocimiento, el esfuerzo intelectual, estuviesen reñidos con algunos socialistas. Creer en el igualitarismo acarrea estos problemas. Pretender parecerse a Séneca sin abrir ni de las tapas de los libros es el riesgo que se corre.
«Dixit» (dijo) Calvo, la egabrense siendo ministra de Cultura, «soy de los políticos que tienen vida. No estoy enganchada a esto. Yo no soy ministra, estoy de ministra». La gramática no es lo suyo y el adecuado uso de los verbos «ser» y «estar» indubitadamente tampoco lo son. No se sí la frase es asequible para las cabras de Cabra, pero para los egabrenses la frase requiere su traducción, como ha terminado ocurriendo con los separatistas en las Cortes. Y ello a pesar de la obligación que tenemos todos los españoles de conocer el español, en los términos dispuestos en el artículo 3 de la Constitución. Cabra es conocida por su aceite. También lo es y nunca lo olvidarán los egabrenses por el bombardeo al que fue sometida la población por la aviación republicana. Decían las crónicas de guerra que «nueve aviones rojos han sorprendido a la población civil bombardeándola, causando una auténtica masacre, en su totalidad personas civiles y en gran número mujeres y niños». Ser y estar, esa es la cuestión. En principio y con carácter general se parecen, pero no son los mismo. Ser de Cabra no es lo mismo que estar como una cabra. Ser indica un estado permanente. Estar indica una situación transitoria. Ser de Cabra es ser egabrense, lo que se es siempre. Estar como una cabra, supone en principio un estado de transitoriedad, ya que la cordura va y viene. «Del necio no dicen que está necio, sino que es necio de juro y heredad, que toda la vida lo será» (Luis Zapata). La universal egabrense, la recién nombrada presidenta del Consejo de Estado, en un nuevo acto de nepotismo al que nos acostumbra «Snchz», es tan conocida hoy, como antaño lo fue otro universal egabrense, José Solís Ruiz entonces Ministro Secretario General del Movimiento. Defendía entonces un proyecto de ley para aumentar el número de horas dedicadas al deporte en los colegios en detrimento del estudio de las lenguas clásicas, en concreto del latín. En medio del discurso parlamentario preguntó: «¿porque en definitiva, para qué sirve hoy el latín?». Adolfo Muñoz Alonso, profesor de la Universidad Complutense y procurador en cortes amante de la cultura, no pudo contenerse y desde su escaño increpó al Sr. Solís, «Por de pronto, señor ministro, para que, a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa.» Fíjense, Cabra, localidad de la provincia de Córdoba, en cuya capital nació Séneca en el año 1 d.C. un importante intelectual, al que nadie pondría «un pero» a su nombramiento, para la provisión de cualquier puesto, escribió y dominó como pocos el latín. Cosa que no puede atribuirse a Calvo. Ésta en plena sesión del Senado, corría el año 2005, confunde el «dixit» latino con los simpáticos ratones de los dibujos animados. En pleno debate parlamentario increpó al senador contrario, diciendo que «para ella, él nunca será Van Halen Dixi ni Pixi; será su señoría». El senador se había limitado a decir «dixit», expresión latina que significa «ha dicho». Utilizada para referirse al autor de algo, y no apropiárselo (de lo que es doctor honoris en ello «cum fraude»). Nada en común con Séneca, un gran intelectual. Sin duda, se parece más a la actual «portacoz» del gobierno y ministra de Educación que al célebre y estoico cordobés Séneca. Solo algunas perlas cordobesas hechas por la presidenta del Consejo de Estado, a modo de frases para la historia. «Dixit» Calvo: «Yo trabajo en el ámbito privado soy funcionaria»; «El feminismo no es de todas. No, bonita. Se lo han currado los socialistas»; «Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes»; «Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie»; «Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas» …En fin, no se sí exiliarme e irme lejos de aquí o ponerme a llorar, «dixit» Fernando Sicre.
Dado lo que antecede, creo importante discurrir y escribir mientras me lo permita el espacio del que dispongo sobre el lenguaje y la política. El lenguaje es un sistema que emplea símbolos para representar cosas. Debiendo ser su función la de reflejar la realidad, tan exactamente como sea posible. Algo así como un espejo refleja la realidad mostrada ante él. Pero no es así. El lenguaje es capaz de incendiar la imaginación y jalear nuestras emociones. Las palabras no solo describen la realidad que nos circunda, también nos ayuda a conformar lo que vemos y conocemos. De ahí que se diga que el lenguaje ayuda a crear el mundo. Y esta realidad descrita, es especialmente grave en política. Y podemos aseverar su gravedad, porque los políticos se valen del lenguaje para manipular y confundir. Lo que se achaca habitualmente a los políticos profesionales que, en el caso español son casi todos. Todos han hecho de la política su modo de vida. Sólo hay que observar lo que dijo anteayer el simplón, poca vergüenza y ministro de Transporte: «una ley de amnistía evitaría todo lo que supone para el sistema judicial español proseguir con todo esto. Hombre, ahorrémosle el trabajo a la justicia, que muy sobrada de recursos tampoco está. Si lo que vamos a hacer es someter a las personas a un procedimiento judicial para acabar indultándolas…Ni un necio es capaz de decirlo. Sólo un golpista convencido es capaz. Ortega sentenció al mundo político: «ser de derechas es como ser de izquierdas; son sólo dos de las muchas formas que tiene una persona de ser imbécil». Cipolla hizo lo mismo con el «homo hispanicus». Mantenía que los latinos somos idiotas en grado sumo, segundo grado en su tabla clasificatoria sobre la idiocia humana. El tal Puentes asevero sería aupado a la cúspide del ranking recogido en la célebre obra escrita por aquel «Allegro ma non troppo».
Cuando nos referimos al lenguaje como fuerza activa y positiva capaz de incendiar nuestra imaginación, admitimos que en ocasiones se aleja de la realidad. Contundencia cero es admitir que lo más es lo menos (mostrar actitud relajada con la comisión de un delito). Contradicción absurda equiparable a decir tolerancia total con el delito (jalear su comisión como con los independentistas). Los socialistas se han hecho experto en la llamada «Neohabla» (Orwell): «la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud y la ignorancia es la fortaleza intelectual». Los delitos perpetrados contra las instituciones del Estado fueron llamados por algunos «ensoñaciones», ahora reencuentro. Mañana nos pondrán mirando a Rota y nos dirán que a eso se le llama simples caricias.