OPINIÓN
Hipócrates y los hechos económicos
Personalmente pienso que debiera ser un mismo sistema de cobertura pública para todos los ciudadanos
Estábamos encerrados en casa, las Cortes habían echado el cierre, el ministerio de sanidad se irrogaba una competencia ordinaria de las Comunidades Autónomas, consistente en la compra centralizada de las mascarillas, la presidenta del gobierno balear de entonces (hoy presidenta del Congreso de los Diputados) ... pillada a las dos de la madrugada en un bar de Palma sancionado por abrir en plena pandemia…el dueño del bar adujo que no pudo cerrar «porque dentro había una autoridad»…y entre tanto, el socio-demagógico gobierno promulgaba el Real Decreto-Ley 15/2020, sobre medidas urgentes complementarias para apoyar la economía y el empleo, dictándose la Disposición adicional sexta, la Disposición transitoria segunda y Disposición final primera, reguladoras de cuestiones que nada tenían que ver con el Covid-19, y que suponían el inicio del fin del sistema mutualista para los funcionarios civiles y militares. Forzaban la desaparición paulatina de las «Clases Pasivas» para ser absorbidas por la Seguridad Social. Y lo decía de la siguiente manera: «la adaptación normativa de la legislación del Régimen de Clases pasivas por la que las competencias que tenía en esta materia el Ministerio de Hacienda pasan al INSS, con la correspondiente dotación presupuestaria para este trasvase competencial». Se daba el primer aviso para la desaparición de un sistema de aseguramiento sanitario, con un particular derecho de opción entre la cobertura pública o privado, susceptible de ser revocado con una carencia anual (durante los primeros treinta días del año natural).
Quizás debamos remitirnos a los inicios del desgobierno en el que «Snchz» inició su andadura como presidente de un gobierno nacionalsocialista y comunista. Corría el año 2018 y la ministra de sanidad dejó transcrito para la posteridad su manido «apriorismo ideológico» (presente siempre en el libro de estilo del buen «sociolisto»), impreso en el Diario de Sesiones del Congreso de fecha 10-10-2018. Lo expuesto de la siguiente manera: «pretender una sociedad más igualitaria no es un capricho ni solo un apriorismo ideológico, que lo es y tiene un componente ideológico importante, sino que es un desafío para el país combatir la desigualdad». Días antes el gobierno aprobaba el proyecto de ley para Consolidar la Equidad, Universalidad y Cohesión del Sistema Nacional de Salud. Sus objetivos entre otros eran impedir la implantación de nuevos copagos e imposibilitar los conciertos privados. Su artículo 47 manifestaba que la gestión y administración de las estructuras y servicios públicos que integran el Sistema Nacional de Salud se llevará a cabo de manera directa por la Administración, las entidades que conforman el sector público institucional y la creación de consorcios por varias administraciones públicas. Tan sólo se permitirá de forma excepcional y justificada y siempre que no sea posible la prestación directa de los servicios públicos sanitarios, recurrir a conciertos u otras fórmulas amparadas por las leyes de contratos del sector público o la ley de régimen jurídico del sector público. Sigue diciendo el contenido del proyecto de ley que, para poder recurrir a esos conciertos habría que justificar previamente un uso óptimo de los recursos públicos (lo que es abiertamente imposible y eso lo digo yo).
Centremos la cuestión de fondo y debatamos con sosiego cuáles son nuestras necesidades como sociedad en el contexto en el que nos encontramos de déficit público y deuda. Las prestaciones sanitarias son hechos económicos sujetos a limitaciones presupuestarias. La pregunta que se le debe hacer al «ciudadano–paciente» es la siguiente ¿quiere ser curado Ud. de la mejor manera posible y de la forma más eficiente, eficaz y racional? La respuesta se me antoja indubitada: ¡claro que sí! La prestación pública sanitaria nadie la pone en duda, yo tampoco. La gestión sí. Yo abogo por una colaboración estrecha. Con hospitales públicos de referencia y una extensa red privada de prestadores de servicios sanitarios para patologías menores que actúen en régimen descentralizado de prestación de servicios. Mucho más eficiente y por supuesto más barato. Razones suficientes para apostar por esta opción. La progresía enaltece el dogma de lo público como paradigma de un sueño irreal y absurdo, por ineficaz, ineficiente e irracional. Este debate-confrontación no sólo se produce en los foros sanitarios, sino que irradia toda la sociedad. Los comunistas y el socialismo del siglo XXI (PSOE actual), «abominan» del liberalismo como filosofía política y moral que, defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley y una reducción del poder del Estado. La izquierda tiene tan asumido el «igualitarismo tendencialmente caritativo» con el dinero de los demás, sobre la base de que es patrimonio exclusivamente suyo, que lo contrario no entraba en sus estrechas miras. Dios creó al hombre con el corazón en la izquierda. Situó el depósito biliar a la derecha. Y Darwin certifico la evolución de la especie.
Manifestar sin más que «la salud no tiene precio y en consecuencia no se vende», es caer en la más absoluta de las demagogias. La salud tiene un precio y por lo tanto tiene un coste, solo que es financiada indirectamente a través de los ingresos fiscales y solo en una pequeña parte directamente, a través del sistema de copago. Sí a esto le añadimos la última de las consignas: «sanidad privada, sanidad para ricos», es otra sandez o «snch´z» , porque lo privado no está reservado para un sector de la población, en función de su nivel de rentas, sino para aquel a quien el uso del sistema alternativo de sanidad privada o de gestión privada, les satisface más. Por lo tanto, en absoluto puede considerarse privativo y exclusivo. ¿O es que ahora los funcionarios de la Administración General del Estado adscrito al sistema de Clases Pasivas son ricos? Bueno, entonces será que me tocó la lotería alguna vez y aún no me he enterado. Lo digo por mi condición de Clase Pasiva del Estado, que opté por un sistema de gestión privada, como el 80% de los comprendidos en dicho régimen. Lo más curioso es que de ese 80% que optan por lo privado, si quitamos los jubilados mayores de 65 años que suelen hacerlo por la sanidad pública, una gran parte de ese porcentaje son funcionarios de las escalas medias y bajas que supondría más de un 80% del total de la función pública en activo que, cuando hablas con ellos son ultra defensores del sistema público sanitario. Ah, pero ellos mayoritariamente en la privada.
Aludí a Hipócrates intitulándolo. Este filósofo y médico basó su teoría en que los pensamientos, ideas y sensaciones provenían del cerebro y no del corazón como muchos de sus contemporáneos creían. El filósofo-médico se decantó sobre la separación entre la medicina y el unionismo (criticaría ahora a las mareas blancas) en la medicina, y su preocupación con los deberes de los médicos, más que sus derechos (sabedor del hombre como «homo economicus», no le preocupaba que cada uno de los llamados maeses, cirujanos o barberos tiempos atrás, llegarían a la conclusión de que el acto médico es un hecho económico y por lo tanto valorable económicamente). El padre de la medicina empeñó su fórmula de juramento hipocrático en los dioses, jurando «por Apolo médico, por Esculapio, por Higea y Pancea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, que cumpliré, según mis fuerzas y mi capacidad, asumiendo el compromiso siguiente: pasaré mi vida y ejercitaré mi arte en la inocencia y la pureza» (lo del «homo economicus» lo asumen los galenos con las teorías de la Escuela de Salamanca y la conformación de los precios según dinámica del mercado). Sólo Dios sabe el precio de las cosas, en la Tierra, es el mercado quien lo determina, porque son millones de operadores y millones de señales los que intervienen en su determinación y a eso se llama mercado (Francisco de Vitoria).
Personalmente pienso que debiera ser un mismo sistema de cobertura pública para todos los ciudadanos. Pero para todos, porque la cobertura no es universal, a pesar de la denominación. Dos cosas. El coste en el que ha incurrido Hacienda para la cobertura de la sanidad de parte de los funcionarios públicos del Estado durante 2024 ha sido de 1032 € (coste asegurado privadamente), mientras que el coste de la sanidad llevada a cabo por el sistema público de salud es de 1608 €. A lo mejor lo que hay que hacer es que la sanidad se privatice (su gestión: prestación pública de gestión privada) en un 80%, quedándose la gestión pública para el 20% restante (grandes y determinadas patologías). Cuestión de equidad, eficacia, eficiencia y racionalidad.