Más gasto y menos nación
En nombre del pueblo se puede aplastar la libertad individual y los derechos de las minorías
Gasto, más gasto y sólo gasto. Esa es la conclusión económica a la que llega Pedro en el «Debate». Políticamente, Antonio transita en un Estado sin nación. Un Estado de países. ¿Cuántos? Dijo un político del PSOE que en España había 17 naciones «por lo ... menos». La estructura federal del PSOE mimetiza la composición del Estado en federaciones paralelas. El pueblo se ha hecho nación. Pero el pueblo, los pueblos, no son entidades únicas, sino agregados de individuos, con diferentes opiniones e intereses opuestos. La solución democrática a ese conflicto es el recurso al número y aplicación de las reglas de la mayoría. La regla del 51% a la que Tocqueville la definió como la de la tiranía de la mayoría. En nombre del pueblo se puede aplastar la libertad individual y los derechos de las minorías. Madison en la Convención de Filadelfia advirtió que la mejor defensa contra la tiranía es una red de frenos y contrapesos que, cree un sistema de gobierno muy fragmentado. Ortega y Gasset en la rebelión de las masas advirtió que el advenimiento de la democracia de masas, llevará al hundimiento de la sociedad civilizada y del orden moral. Porque preparará el camino para los gobernantes autoritarios que apelan a los instintos más bajos de las masas. Y es en este punto donde confluyen Pedro y Antonio por un lado y la Vicepresidenta-oyente de paseo por los pueblos-países ibérico, que son tantos que más que «sumar», hace llamar ahora a su proyecto el del «sumatorio».
El proyecto de la oyente-escucha en forma de sumatorio es la letra sigma griega mayúscula. Es la suma comunista-peronista-socialista siglo XXI. Lo peor es que toma como referente al peronismo argentino en cuestiones de inflación. Pedro ha dicho en el «Debate» que la inflación trae su causa en los cuellos de botella producido por la pandemia, la guerra criminal de Putin contra Ucrania y por los malvados empresarios que buscan el beneficio exorbitante. Yo le digo a Antonio que las causas de la inflación son dos: la política monetaria que ha posibilitado un gasto público desaforado y una política fiscal con ingresos extraordinarios.
El Tesoro USA y la Reserva Federal americana admiten la culpa de sus políticas, favorecedoras de una inflación nefasta, no prevista por ellos, pero absolutamente previsibles. Un aumento desmesurado de la masa monetaria, tiene como efecto la subida de la inflación. Esta política de estímulos durante dos décadas, han posibilitado desequilibrios estructurales, donde el gasto y la deuda pública salen muy mal paradas.
La oyente que pasea bajo el susurro del abyecto peronismo, ha encontrado el «chivo expiatorio español», en los empresarios. Sí, aquellos «diablos» a los que se refiere el presidente argentino, aficionado a las líneas eróticas nocturnas. Recuerdo las explicaciones sobre los ERTE. Es mejor que escuche y que no hable. Ahora pretende justificar explicando algo más complejo y confunde los efectos de la inflación con sus causas. La capacidad de gasto en la economía no ha bajado. De tal forma que, en una situación de cierta normalidad económica, sí se gasta más en algo que sube de manera extraordinaria, sólo queda la posibilidad de gastar menos en el resto. Sí eso no ocurre como pasa ahora, es porque el gasto es ilimitado. De ahí que el «gasto público» sea el causante de todos los males y por supuesto de la inflación. Todo lo que se produce hasta ahora se vende. Y eso es consecuencia de la inflación: más producción y más precio. Lo que significa que el PIB nominal agregado suba. Este se distribuye en forma de renta, ya que el PIB equivale a la Renta nacional. Esta se distribuye entre salarios y beneficios empresariales. Y la agudeza auditiva de la Exima oyente, ha oído al peronismo que el problema no son los salarios «porque la gente debe vivir en paz y que los precios bajen», «mejorando la vida del pueblo y buscando la justicia social». En consecuencia, las causas de la inflación son la política monetaria muy expansiva que posibilita el gasto descomunal y una política fiscal también muy expansiva, porque sólo de esa forma, se contrae la renta disponible, compensada con la creación de un sistema de subsidios que apuntalan un régimen clientelar, mediante la compra de votos. No hace falta poner la mirada en la Patagonia y la Pampa argentina, basta con recordar los cuarenta años de «Régimen andaluz» auspiciado por el PSOE. No se le puede achacar a los empresarios la condición de causa de la inflación ni mucho menos. No hay que subir impuestos, hay que bajarlos, así como el gasto público, para que el ciudadano disponga de mayor renta disponible y que en el ejercicio de su libertad individual, lo gaste maximizando la utilidad de lo gastado, basado en decisiones libres e individuales.