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PÁSALO

Juan Luis Guerra

Volvimos a encontrarnos con un tipo que no vende crecepelos

Félix Machuca

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Para anunciarnos que la carestía de la vida sigue creciendo como hace más de treinta años, utilizó un megáfono de los que enardecen las manifas callejeras más revoltosas, todo un gesto; para sentirse cerca de su Santo Domingo natal nos dijo que la noche tropical ... de Fuengirola le recordaba a las suyas de la isla antillana; para sorprendernos con su compromiso con el público y la música nos brindó dos horas de actuación vibrante, auténtica, sin falsificaciones ni conservantes, tan cristalina como la que se oye en sus discos. Y a esa hora en la que en las parrillas y terrazas de los hoteles costasoleños sonaban las voces de los vocalistas que alegran el Copertone y la Nivea del guiri achicharrado, en el espacio Marenostrum Fuengirola llovía café en el campo para que su público más fiel se lo sirviera largo y con hielo. Tiene una historia esta canción de Juan Luis Guerra que no la explicó. Pero que se la confesó en La Romana, durante una boda de ringo rango, a una conocidísima cliente del abogado Joaquín Moeckel. Esa historia no es otra que la rebeldía y el deseo, casi nunca satisfecho, de los campesinos de que las tierras del amo se gangrenen y sus cosechas se pierdan. Ojalá que llueva café. Ojalá que llueva justicia social.

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