PÁSALO
Hospitales y dolor de huesos
La memoria también se demuestra enterrando con toda dignidad
Duele mucho. Ver cómo un edificio que abandonaron durante quince años para que la minería ambulante elevara los índices de producción propia de cobre a costa del Hospital Militar, no se olvida fácilmente. Queda en la memoria de la ciudad cómo el hospital se derretía ... poco a poco, como un frigodedo al sol de agosto, para convertir la arquitectura de la salud en un cementerio de promesas incumplidas. Eso dolió mucho en una Sevilla necesitada de centros hospitalarios, de camas para atender a una población olvidada por culpa del 92 y sus universales mangazos, pagando de su cartera el olvido de Madrid y el cainismo autonómico. Claro que dolió. Claro que lo del Vigil de Quiñones fue una de las manchas más indeseables en el pulmón sanitario de la capital andaluza. Poco a poco, como los gusanos con las hojas de morera, se lo fue comiendo el olvido y los equilibrios de la política más desequilibrada que esta ciudad tuvo que vivir de forma imparable…. Hasta que aquel hospital que llegó entero se fue deshaciendo en las más inútiles manos que tuvo la Sanidad andaluza. Heredamos un hospital. Y lo convirtieron en un edificio distópico, como algunos condenados por la radiación en Chernóbil.
Juanma Moreno ha resucitado al muerto. Y lo ha dejado digno de un Domingo de Ramos. Brilla, luce y da esplendor a lo que fue un desastre africano de la gestión sanitaria socialista, la misma que hoy ve profundas grietas en la atención primaria solo en los territorios populares. En los que el PSOE gobierna no pasa nada, todo es mano de santo para un sector que está en crisis en toda España. Setenta y cuatro millones de euros ha costado devolverle la vida y sus funciones profesionales. El PSOE-A lo ha calificado de puro electoralismo. Pero de pata negra. Electoralismo del bueno. No cómo lo que firman en Málaga donde, en menos de un mes, han desembarcado once ministros. Y Madrid acaba de inaugurar la nueva línea de tren del Caminito del Rey, olvidando a la Diputación pepera, que fue la que lo rehabilitó y puso en servicio tras décadas de fracasos y olvidos del PSOE. Como pirañas no tienen parangón.
Aquí, a la inauguración, sí asistió el alcalde Antonio Muñoz, sabedor de que las fotos están para salir. Donde se ponga un hospital con diez quirófanos, seiscientos sanitarios y nueve plantas útiles, sale uno estirando el cuello y sin complejo de culpa de lo que dejara de hacer la administración de su partido. La Sanidad es uno de los argumentos más sensibles de la campaña electoral. Con la salud no se juega. Aunque se juegue, desde hace treinta años, con los huesos de los osarios del cementerio de San Fernando, para que la memoria no flaquee y tenga siempre presente, como dijo el poeta, que una de las dos Españas te helará el corazón. El asunto está en la fiscalía y es el primer dolor de cabeza severo que tiene Muñoz en su campaña. El Vigil de Quiñones hubo que resucitarlo quince años después. Treinta han pasado con un osario destruido o embolsado en plásticos de basura, con restos procedentes de la fosa común de Pico Reja. La memoria también se demuestra enterrando con toda dignidad. Afortunado el alcalde que tiene a mano el flamante 'Muñoz Cariñanos' para quitarse el dolor de cabeza y de huesos…
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