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PÁSALO

Hospitales y dolor de huesos

La memoria también se demuestra enterrando con toda dignidad

Felix Machuca

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Duele mucho. Ver cómo un edificio que abandonaron durante quince años para que la minería ambulante elevara los índices de producción propia de cobre a costa del Hospital Militar, no se olvida fácilmente. Queda en la memoria de la ciudad cómo el hospital se derretía ... poco a poco, como un frigodedo al sol de agosto, para convertir la arquitectura de la salud en un cementerio de promesas incumplidas. Eso dolió mucho en una Sevilla necesitada de centros hospitalarios, de camas para atender a una población olvidada por culpa del 92 y sus universales mangazos, pagando de su cartera el olvido de Madrid y el cainismo autonómico. Claro que dolió. Claro que lo del Vigil de Quiñones fue una de las manchas más indeseables en el pulmón sanitario de la capital andaluza. Poco a poco, como los gusanos con las hojas de morera, se lo fue comiendo el olvido y los equilibrios de la política más desequilibrada que esta ciudad tuvo que vivir de forma imparable…. Hasta que aquel hospital que llegó entero se fue deshaciendo en las más inútiles manos que tuvo la Sanidad andaluza. Heredamos un hospital. Y lo convirtieron en un edificio distópico, como algunos condenados por la radiación en Chernóbil.

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