Pásalo
Donde habita el olvido
No sería reprochable que Exteriores y Defensa siguieran la inercia de los alumnos del Buen Pastor
Un profesor de Derecho Penal de la Hispalense, Vicedecano por más señas, viaja de su bolsillo dos veces al año hasta Ciudad de México, para adecentar y mantener en la dignidad de su eterno reposo la tumba de Luís Cernuda, el mismo que tanto supo ... de olvido. Este profesor se llama Miguel Polaino-Ortz y, aprovecha la ocasión, para hacer lo mismo con otras tumbas de españoles que no se merecen el infierno de la desmemoria. A mí me nace una devoción ingobernable por esta clase de gestos. Quizás porque son escasos, como todo lo bueno. Pero nunca falta un ejemplo para volver a creer en nuestras mejores posibilidades. Se nos caen los labios de hablar de la memoria, con calificativo político, por supuesto, pero la amnesia sigue asolando paisajes de nuestro pasado más inmediato. Los que son desenterrados por traslado forzoso tienen hasta esa suerte. Los que ni siquiera pueden ser identificados en sus tumbas, porque son sepulcros donde ni nombres ni lápidas tienen para escribirlos, siguen olvidados. Todos nuestros muertos, sean de donde sean, merecen dignidad y respeto póstumo.
El final del XIX fue para la nación una sangría desbordante. En Cuba nos desangramos y en Filipinas dejamos los últimos pellejos de nuestra descomunal globalización. Luego vino África. Y allí derramamos la poca sangre joven que nos quedaba. La Fundación de militares retirados Indortes, con dinero de sus bolsillos como hace Polaino-Orts en México, adecentaron y dignificaron el cementerio militar español de Tetuán. Posteriormente, el colegio sevillano del Buen Pastor escribió este pasado verano una de las páginas más cívicas con la memoria de los olvidados. En esas tumbas adecentadas y restauradas por la fundación Indortes, mal atendidas hasta entonces por falta de presupuesto o por eso tan español que canta el vivo al bollo y el muerto al hoyo, los estudiantes del colegio sevillano iniciaron su formación en el amor y respeto a los que, con su edad, lo perdieron todo en un campo de batalla. En el norte de África clama la sangre de una generación a la que le debemos una tumba decente. Y un recuerdo emocionado.
Los chicos del Buen Pastor han hecho un trabajo tan hermoso como loable. En el cementerio del ejército español de Tetuán, los de Indortes dignificaron las tumbas y se espantaron los gatos. No es que haya quedado como esos campos de golf donde americanos, ingleses, alemanes e italianos rinden memoria a sus soldados caídos en combate en un green de cruces blancas. Pero al menos ya no son un homenaje al vergonzante escombro. Los chicos han creado una página web (heroesinmemoria.es) donde se recopilan los nombres de los sepultados, junto con fotos y reseñas biográficas. Igualmente, han colocado sobre 23 tumbas códigos QR que te remiten al apartado de la web. Entre 1911 y 1923 murieron muchos españoles por identificar en Marruecos. No sería reprochable que Defensa y Exteriores, obligados por la decencia, continuaran la inercia de estos alumnos en aquellos camposantos donde sigue habitando el olvido…desde Xauen a Tánger.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete